domingo, 22 de enero de 2012

Una Absurda Superstición 45 :

-¡Niño! ¡¿Qué estás haciendo aquí?!
-¡Joer señora!... Eso no se hace en un sitio como este, menudo susto que me ha dado.
-¡Pues anda que tu a mi! ¿Quieres decirme qué buscas o llamo a los encargados?
-No, por favor, que me andan buscando las vueltas y si me pillan son capaces de denunciarme.
.Pues para evitarlo tendrás que convencerme de tus buenas intenciones. ¡Hala! Ya puedes ir empezando que estoy ansiosa por escucharte.
-Soy gitano.
-Y yo paya. Ahora vamos a lo que importa, ¿quieres?
-Pues verá... Es que yo trabajo en el cementerio pero no tengo permiso y como me cojan voy a tener un buen lío. No hago nada malo, no sea desconfiada, solo me ofrezco a la gente para limpiar las lápidas de sus muertos o subirme a las escaleras para retirar las flores secas de los nichos más altos y como ellos están tan apenados no se dan cuenta de lo que hacen y las propinas suelen ser opíparas, aunque no todo el mundo está dispuesto a aceptar mis servicios, pero yo se muy bien a quien me tengo que dirigir. Algunas temporadas el negocio flojea pero entonces retiro las flores de plástico polvorientas y sucias y se las llevo a mi madre que las limpia con mucho primor y así las podemos revender.

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