miércoles, 15 de febrero de 2012

Aquellos sastres fueron nueve 57 :

-¡No me digas que te he despertado!
-Si, pero está bien. He tenido una buena siesta. ¿Alguna novedad?
-No, pero sospechas... ¡mil!

Mientras  merendaba fuerte porque el tiempo de comida lo había invertido en hacer gestiones entre algunos conocidos de confianza, Bruno contó que su jefe, Joaquín Aracelites, además de empresario de prestigio en el ámbito de la construcción y con éxito en los negocios, era hijo del que fue responsable de la primera rehabilitación y, no solo eso, también era nieto del primer casero, es decir, el promotor que invirtió su dinero en construir la corrala y que años más tarde hizo un grandísimo negocio vendiéndola por pisos. Nadie conocía detalles concretos pero al parecer eran muchos los que recelaban algún asunto cuando menos chocante en el hecho de que los descendientes de aquel abuelo negociante hubieran puesto su interés profesional en la misma actividad y aún siguieran vinculados con aquel primer edificio que dejó de pertenecer a la familia tantísimo tiempo atrás y no por azar sino por empecinamiento personal en cada ocasión en que se precisaba hacer alguna reforma o reparación en él. Así, a través de los comentarios de colegas y conocidos del ámbito común y de los relacionados, Bruno había pasado de la sospecha indeterminada al convencimiento de que allí había un misterio que llevaba de cabeza a los varones Aracelites a través de tres generaciones y se proponía descubrirlo asumiendo los costes correspondiente, incluso el de perder su empleo. Estaba decidido, pero el cómo podría hacerlo... aún lo ignoraba. ¿Con la ayuda de eMé? ¿De los vecinos? ¿De todos ellos o solo de alguno? ¿Alguien del tajo mas o menos descontento?

Mientras el chico explicaba todo esto a su abuela, ella intercalaba ideas locas y fantasías que le sugerían posibilidades.

Conversaron los dos durante un buen rato, pero yo ya no escuchaba.
A medida que Bruno había ido dando datos de nombres, de fechas, de gente que pasó por aquí, de otros que se quedaron y de algunos que regresaron más tarde, me fui llenando de recuerdos.

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