viernes, 23 de marzo de 2012

El Pedregal (Resúmen)

En un tiempo indeterminado y en un lugar junto a cualquier mar del norte.
Escasea el sol en beneficio de los días grises y la temperatura habitual obliga a indumentarias cálidas.

La que fue casa infantil de Basilia quedó transformada poco a poco, por voluntad de sus acomodados padres y dadas sus circunstancias, en una pequeña fundación médica que, desde un edificio anexo a la vivienda atiende a un grupo de personas de frágil salud.

La existencia es apacible hasta la llegada de una catástrofe que destruye, mata y deja la vida de los supervivientes trastornada por completo.

Solo permanecieron allí como residentes fijos cinco adultos y un niño que han formado una familia feliz y bien avenida en la que cada uno de ellos asume el puesto que le viene dado por la vida y que encaja con el de los demás. 

La situación económica es precaria y van tirando con unas cosas y con otras sin que las estrecheces desaparezcan, aunque ellos las suplen con un revoltijo de cariño de todos para todos, resignación de algunos, alegría de otros y un poco de inconsciencia útil general.

El niño está empezando a darse cuenta de que las cosas tal vez no sean lo que parecen y de vez en cuando pregunta, pero algo le dice que quizá sea preferible ignorar.

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