miércoles, 4 de abril de 2012

El Pedregal 7

8.  LA CASA. EN EL PORCHE. EXTERIOR. DÍA.

La familia al completo rodea a IRENE que está arreglada y vestida para viajar.
Con una bolsa de viaje y tres cestos en el suelo espera a ALONSO que ha ido a buscar la furgoneta, mientras reparte las ultimas recomendaciones entre los que se quedan.

IRENE :  Van a ser tres días contando hoy y el cuarto cenaremos juntos. ¿Cada uno recuerda sus responsabilidades?

El grupo responde afirmativamente. BASILIA, desde su arrogancia habitual con un gesto que casi es despectivo por lo que considera insistencia desmedida. ADRIANA con expresión seria y responsable. TIMOTEO levanta una mano en un gesto que da por supuesto que todo irá bien.

MATEO : Abuela, vete tranquila y no te lleves ninguna preocupación. Todos sabemos y somos capaces.
IRENE : Si tu estás seguro, yo también. (Mira con dulzura a Mateo y los dos se abrazan con cariño).
Basilia.... ¿y las mantelerías?....

(Se oye el motor de la furgoneta que se acerca para detenerse frente al grupo).

BASILIA :  Aquí las tienes. A ver como las llevas para que no se arruguen más de lo imprescindible.
(Entrega con delicadeza a IRENE un paquete muy requetebién envuelto que ha cogido de una pequeña mesa ).
IRENE : Por la cuenta que nos tiene a todos las cuido como a las niñitas de mis ojos. Pueden quedarte bien tranquila, Basilia.

ALONSO coloca las bolsas e IRENE se encarama a la cabina, se acomoda con mantelerías en el regazo, baja el cristal de la ventanilla y se asoma. ALONSO, ya instalado frente al volante, pone el motor en funcionamiento.

IRENE : Que a nadie se le ocurra portarse mal porque voy a volver enseguida, ¡¿estamos?!
ALONSO : (Le da un par de palmaditas afectuosas en el brazo). Todo va a ir de maravillas. Céntrate en tu trabajo y olvida lo demás.
IRENE : Espero que no surjan sorpresas...
ALONSO : Todo está en orden, Irene. Tranquilízate o acabarás por envenenar con tus preocupaciones los guisos y mira que, después de lo que te has esforzado para decidir los menús, acabar arruinando la boda de esa gente... (Intentando bromear).
IRENE : Y no sería eso lo peor, sino que como las malas noticias corren que se las pelan, me costaría la clientela. ¡No lo permitiré!
ALONSO : Naturalmente que no. (La mira con picardía y satisfacción).

El coche acelera y se aleja.
El grupo que permanece en la casa continua repartido por los escalones de la entrada mirando enmudecidos y con aspecto desamparado a los que se van.
TIMOTEO mantiene aún el brazo levantado en gesto de despedida durante un tiempo excesivo.

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