-¿Eres bruja? -preguntó Mariola con voz enronquecida.
-Nunca había hecho nada así antes. Alguna vez cuando era pequeña, pero porque los niños pueden ser muy raros.
-Venga, ya está bien. Con magia o con brujería tenemos al alcance de nuestras manos averiguar y solucionar, que es lo que pretendemos, ¿o no?
-Un momento -interrumpe de nuevo Mariola, rígida en la voz y en los gestos-. Me parece injusto haber expuesto solo lo mío dejándome en ridículo.
-Tienes razón -eMé miró a Mariana al tiempo que ofrecía su brazo extendido-. Adelante.
-Trabajaste como médico y operaste una cabeza que te asustó tanto como para abandonar. -Mariana abrió por completo los ojos mirando a la mujer con disculpas en las pestañas.
-¡Bien! Has hecho diana. ¿Inés?
La mujer miró a las otras tres con gesto resignado y colocó su brazo delante de la chica que se lo tocó con la mano izquierda.
-Tu eres analfabeta porque no quisiste mezclarte con la gente vulgar que va a la escuela. Mariola lo sabe y por eso me atrevo a decirlo.
-Tranquila niña, te he dado permiso -Inés acarició la mejilla de la chica con un gesto afectuoso-. Ahora tú, ¿no?
-Yo me encargo -dijo eMé-. ¿Me permites? -mirando a la chica con amabilidad.
-Claro -y ofreció su brazo.
-Te sientes mayor para seguir siendo virgen y eso te avergüenza profundamente -Mariana se había ruborizado hasta el color de los tomates.
-¡Bueno! Ya estamos todas confesaditas. ¿Y ahora qué? -Inés mueve su cabeza de derecha a izquierda en un gesto que expresa su asombro aunque, como no podía ser de otra manera, con su tono regañón habitual. Contamos con dos brujas, o adivinas, sin intención de ofender -mirando a eMé y a Mariana.
-Permíteme estar unos minutos en alguna de tus habitaciones -pide eMé.
-¡Ah sí! ¿No podrías hacer... lo que sea, aquí? Será algo curioso de ver.
.Inés, por favor... Si no quieres participar, dilo -era Mariola.
-¿Por qué no voy a querer? ¿No estamos aquí, en mi casa?
-Entonces... ¿Puedo?
-Ve donde quieras. La casa es tuya -señala Inés con un brazo extendido intentando abarcar todas las habitaciones-. Ahí está la cocina y ahí el cuarto de baño.
-Prefiero que no haya azulejos interpuestos -eMé pronunció estas palabras mientras caminaba hacia una habitación en la que entró cerrando la puerta a su espalda.
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