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lunes, 2 de julio de 2012

El Pedregal 26

TIMOTEO : Esta mañana Adriana esta ya un poco... revuelta. Después de comer Irene y Alonso decidieron que era conveniente que Angel se marchara y yo estuve de acuerdo. Me pidieron que le dijera que esperábamos huéspedes, que ha sido de improviso, que es nuestro trabajo fundamental, que teníamos que preparar las habitaciones y que solo era cuestión de que adelantase un par de días sus planes y que estaba invitado de nuevo para más adelante. El comprendió todo muy bien y se ha ido sin más.
BASILIA : Sin despedirse.
TIMOTEO : Petición expresa de la familia.
BASILIA : Pues me parece un comportamiento grosero y no de él, sino nuestro.
TIMOTEO : Es que no he acabado de contarte.
BASILIA : ¡Pues déjate de rodeos, hombre, y vayamos a lo fundamental!
TIMOTEO : La niña ha empeorado y me temo lo peor.
BASILIA : ¿Qué significa eso?... ¡¿Quieres guardar tus circunloquios y hablarme con claridad?!
TIMOTEO : Oye, lo que tu tan despectivamente llamas circunloquios forma parte de mi carácter...
(Gestos de impaciencia resignada y muda por parte de BASILIA)
... los empleo incluso en mis pensamientos íntimos y comprenderás que no me esfuerce en suprimirlos solo para que tu no te impacientes.
BASILIA : (Palmaditas afectuosas, rápidas y de compromiso en su brazo). Discúlpame Timoteo, lo siento, pero te repito que la inquietud, la curiosidad y la impaciencia me desquician.
TIMOTEO : Pues ya lo sabes, a controlarse.
BASILIA : Timoteo, por lo que mas quieras... (es evidente que se esfuerza mucho en ser paciente).
TIMOTEO : ¡Va, va!... (Ahora es él quien refunfuña mediante gestos). Adriana subió a dormir la siesta por prescripción...
BASILIA : Sí, aún estaba yo delante.
TIMOTEO : Al cabo de un rato a Irene se le ocurrió ir a echar un vistazo para arroparla y demás y ya se encontró con aquello.
BASILIA : ¿Tan mal? (muy seria y preocupada).
TIMOTEO : Parece que si. Alonso e Irene están con ella y a mi aún no me han dejado verla.
BASILIA : ¿Y donde está Mateo?
TIMOTEO : Pues lo cierto es que no le he visto en toda la tarde. Ignoro... (se siente violento y se le nota).
BASILIA : Ve a buscarle, anda... (levantándose). Niño mío... (murmura).
TIMOTEO : (Descomponiéndose de culpabilidad y puesto en pie se mueve agitado pero sin dirección alguna). Sí. Ahora mismo le encuentro.. (mueve los labios murmurando para sí).
BASILIA : Yo voy para arriba a ver como están las cosas y su puedo ayudar en algo.
TIMOTEO : (Que ya se alejaba por el corredor, se vuelve hacia Basilia). Contad conmigo también.
BASILIA : Naturalmente.

TIMOTEO se aleja presuroso sin dejar de murmurar. Rodea la fachada mientras que BASILIA entra en la casa.

jueves, 7 de junio de 2012

El Pedregal 25

41. LA CASA. EN EL PASILLO SUPERIOR. INTERIOR. DIA.

IRENE delante del dormitorio de ADRIANA acumulando valor.
Entorna la puerta con mucho cuidado, sin llamar, y asoma solo la cabeza al interior.
A pesar de la preparación, lo que ve la altera. 

IRENE : ¡Ay! ¡Mi niña! (Se retira de la puerta y volcando medio cuerpo por la barandilla grita) ¡Alonso! ¡Alonso sube corriendo que ya está!

Entra en la habitación y cierra con un portazo.
Se escucha el ruido de pasos precipitados, de una persiana al levantarse, trajines de movimientos y susurros amables sin respuesta.


42. LA CASA. EN EL PORCHE.  EXTERIOR. DIA

Un taxi se aleja y desde la ventanilla con cristal bajado se ve la cabeza sonriente de ANGEL que con un brazo fuera se despide de TIMOTEO, quien desde los escalones del porche le devuelve los gestos de adiós con una media sonrisa forzada.
En cuanto el coche después de atravesar la cancela se pierde de vista, BASILIA, con una rapidez que evidencia su espionaje, abre la puerta y se acerca a TIMOTEO.

BASILIA : ¿Que ha pasado? ¿Por qué se va de repente y como a escondidas?
TIMOTEO : Se lo he pedido yo.
BASILIA : ¡¿Cómo dices?!
TIMOTEO : Y el ha sido muy amable y comprensivo.
BASILIA : ¡¿Pero por qué? Quiero que me expliques ahora mismito lo que ha ocurrido y tengo tanto derecho como tú a estar informada (con exigencia altiva).
TIMOTEO : (Solo la mira con reproche por sus palabras y su tono de voz).
BASILIA : (Entiende el mensaje y procura suavizar sus modales). Por favor Timoteo (apoya una mano en su brazo y le mira de frente). Estoy en un sinvivir y no se si voy a poder escapar con bien de ésta.
TIMOTEO : ¡A cuidarse! ¡No la vayamos a fastidiar aún más de lo que está, pues solo nos faltaría eso!--- (excesivamente sofocado para lo que es habitual en él).
BASILIA : (Dándole palmaditas afectuosas en el brazo). ¡Eh, eh!... No nos alteremos, ¿de acuerdo? Mis rituales se llevan acabo sin omitir una coma, ¿y los tuyos?
TIMOTEO : También, por supuesto.
BASILIA : Entonces todo en orden. Pero sigo queriendo saber, así que por favor....
TIMOTEO : Sentémonos en la sombra, que aunque el sol esté cayendo atiza y deslumbra de lo lindo.

Mientras hablan, ahora sentados en los bancos del corredor del porche, el sol se va poniendo y en ningún momento de su conversación dejan ellos de observarlo, sin reprimir en algunos instantes sonrisas o gestos faciales de admiración. Parece como si la rutina diaria natural les fuese, en el fondo, mas importante que cualquier acontecimiento social.

BASILIA : ¿Donde están los demás ahora que lo pienso? Di una cabezada y luego me he liado con las labores hasta ahora sin levantar la cabeza ni enterarme de nada...
TIMOTEO : Te pongo al corriente.
BASILIA : Pues a ello que te escucho con los cinco sentidos.

martes, 5 de junio de 2012

El Pedregal 24

39. LA CASA. EN LA GALERIA ACRISTALADA. INTERIOR. DIA.

BASILIA duerme en una hamaca con una de sus pamelas sobre la cara para proteger los ojos de la claridad que inunda la galería a pesar de que las persianas están bajadas.
En el otro extremo de la estancia, sentado en una mecedora, TIMOTEO lee un libro.
IRENE, con cuidado de no hacer ruido para no despertar a BASILIA, se acerca a TIMOTEO y le susurra algo al oído. El la escucha atento, la mira con preocupación, se pone en pie y caminando los dos de puntillas salen del cuarto.


40. LA CASA. EN LA COCINA. INTERIOR. DIA.

ALONSO coloca dos tazas, un vaso y el azucarero en la mesa.
Cuando TIMOTEO e IRENE ya están sentados sirve el café en las tazas y el vaso, que es para Timoteo, lo llena de leche sola caliente que coge de un cazo que está en el fuego.
TIMOTEO añade a la leche unas cinco cucharaditas de azúcar.

ALONSO : ¿Hace falta contarte algo?
TIMOTEO : Irene me ha puesto al corriente con un par de detalles que me faltaban.
ALONSO : ¿Y que se nos ocurre?
TIMOTEO : Primero deberíamos esperar a que se levante de la siesta porque a lo mejor todo se queda en una falsa alarma.
IRENE : Ojalá, pero me temo que no nos vamos a librar.
TIMOTEO : Por si acaso y de todas maneras para dejar que la serenidad retorne, tendríamos que despedir a ese hombre, Angel.
ALONSO : No seamos groseros. Tiene previsto marcharse el fin de semana y lo mismo nos da esperar un par de días.
TIMOTEO : No, no nos da lo mismo (con un tono exaltado que en él resulta chocante). Bueno, es mi opinión (rectifica ya controlado).
IRENE : Yo estoy de acuerdo. Podríamos utilizar una mentirijilla social.
ALONSO : ¿Como cual?
IRENE : Pues que nos ha surgido un hospedaje inmediato, mañana, pasado, cuando decidamos que es mejor, y que tenemos que preparar habitaciones para varias personas y que... ¡enfín! Que como sabemos que le agrada estar aquí le invitamos para más adelante y dios dirá...
TIMOTEO : No es mala idea. ¿Que te parece a ti Alonso?
ALONSO : Que puede servir y que buena será de cualquier manera si es tan necesario que se vaya. 
TIMOTEO : Sí. Es lo mejor.. 
IRENE : Sí. Sin duda, aunque estemos exagerando. ¿Te encargarás tú de despedirle, Timoteo?
TIMOTEO : En cuanto terminemos el café. Y sin preocupaciones, que ya sabéis que estas cosas de la diplomacia a mi se me dan de maravilla.
ALONSO : Lo sabemos Timoteo.
IRENE : ¿Por que crees que contamos siempre contigo cuando se nos preparan los embrollos?
ALONSO : Y con lo de la música, ¿se da el asunto por zanjado o continuará?
IRENE : Tendremos que averiguar como se ha organizado para poderlo cerrar, no lo vamos a dejar coleando.
TIMOTEO : Por el bien de la niña sobre todo, porque hay que ver lo que la ha trastornado el asunto.
IRENE : A saber la que habrá preparado y cómo, porque en realidad seguimos en la inopia.
TIMOTEO : No nos volvamos locos, que es lo peor (con expresión muy preocupada). Yo hablo con ese hombre y me deshago de él; después, todos mas tranquilos, ya iremos viendo como se desarrollan los acontecimientos.
IRENE : Esta bien, Yo voy a subir entonces a vigilar a esa chica que me tiene muy preocupada. ¡Ah! Timoteo, cuando hables con Angel déjale muy claro que de despedidas nada, ¡eh!
TIMOTEO : Se da por supuesto.
ALONSO : Y si insiste, le insinúas que como va a volver pronto....
TIMOTEO : Me ofendes.
IRENE : (De camino hacia la puerta pone una mano amistosa en el hombro de Timoteo que sigue tomando la leche). Lo siento. Tienes razón. Nos permitimos darte consejos cuando tu eres el maestro en situaciones enrevesadas.
ALONSO : También yo, la preocupación me embota el sentido común. ¿Hacen unas manitas de cartas?
TIMOTEO : Ahora no. Quiero estar al tanto cuando el llegue para que no se me escabulla. Pero quedan pendientes.
ALONSO : De acuerdo. ¿Y una copita rápida?
TIMOTEO : Vamos con ella que hoy puede venirme al pelo.

La cámara se aleja dejando a ALONSO y TIMOTEO a punto de compartir un ratito agradable.

jueves, 31 de mayo de 2012

El Pedregal 23

38. LA CASA. EN LA COCINA. INTERIOR. DIA.

La comida, que ha transcurrido con humor general sombrío, finaliza.
ADRIANA, ensimismada, no ha pronunciado ni una palabra y todos los demás parecen temerosos, barruntando algo y sin dejar de acechar con disimulo tanto a ADRIANA como a ALONSO.
Cada uno de los miembros de la familia se levanta y deposita su servicio de mesa en el fregadero.

BASILIA : (Procurando que su tono de voz suene tan superficial como de costumbre). ¡Tengo una galbana que no puedo con ella! Si me necesitáis buscadme en una hamaca de la galería. ¡Mateo, tesoro, ¿querrás acercarme mi bastidor y el costurero que están en el salón?! Así, mientras tanto, yo descabezo un poquito, porque luego tengo a la espera una buena tarea y aprovechando que Angel no vendrá hasta la noche a ver si avanzo.
IRENE : Será que ese buen hombre te impide a ti cumplir con tus obligaciones.
BASILIA : No impide, pero entretiene. ¿Y cual era esa gestión tan importante, decís?
IRENE : Tenía que ir a Correos y ya comía por allí y visitaba la zona para aprovechar el desplazamiento que no es poco.
BASILIA : Bueno, en realidad ¿qué me importa? ¡¿Mateo?!...
MATEO : ¡Te lo traigo ahora! ¿Puedo coger de tu habitación el libro de las Rutas Viajeras?
BASILIA : Claro criatura mía. Pero cuando te canses vuelves a dejarlo en su sitio, que es el libro de todos los niños de esta casa, ya lo sabes, y tenemos que conservarlo.
MATEO : Nunca se me olvida, no se por que te preocupas. (A ALONSO, que está fregando los cacharros, le da una palmada en el brazo con gesto burlón al pasar por su lado, intentando hacerle rabiar).
ALONSO : (Siguiendo la broma). Aprovéchate mientras puedas que bien poco te queda, la semana que viene friegas tú, ¿a que soy prodigioso recordando los turnos del estropajo?

BASILIA sale de la cocina seguida de MATEO y TIMOTEO.
La ultima es ADRIANA. IRENE la agarra cariñosamente de la cintura y retira el pelo de su frente acariciándola pero en realidad comprobando la temperatura de su frente.

IRENE : ¿Te encuentras bien,Adriana?
ADRIANA : Muy cansada.
IRENE : Te noto enfebrecida, tienes unas chapetas que no son normales. ¿Alonso?
ALONSO : Sí. Va a dormir una buena siesta ahora y cuando se levante veremos como se encuentra. Anda. Adrianita, no desperdicies el tiempo.
IRENE : ¿Quieres que te acompañe y te arrope?
ADRIANA : No. (Da un beso medio agradecido, medio distante, indeciso, raro y un poco tirante a Irene). Hasta luego.
IRENE : Que descanses, hija.
ADRIANA : (Afirma solo con la cabeza y sale de la cocina con aspecto ausente).

En la cocina solo han quedado ALONSO e IRENE. Ella acabando de recoger la mesa y barriendo, él fregando platos, vasos, cubiertos, cacerolas y fogón.

ALONSO : Cuando acabes con lo tuyo ve preparando café mientras termino y te pongo al corriente. Se avecinan complicaciones.
IRENE : Estoy contando con ellas desde hace unos días. ¿Aviso a Timoteo? (Ya está preparando la cafetera).
ALONSO : Sí. El siempre es una ayuda.

miércoles, 30 de mayo de 2012

El Pedregal 22

37. LA CASA. EN EL JARDÍN. EXTERIOR. DIA.

ADRIANA y ANGEL atraviesan la cancela en dirección a la casa. Cruzan el jardín charlando y riendo hasta llegar a la altura del porche donde ADRIANA dice algo señalando alguna zona del jardín. ANGEL asiente y entra en la casa.

ADRIANA se dirige a un banco, se sienta y permanece un buen rato con las manos en el regazo, la mirada baja y el gesto angustiado.

ALONSO pasa cerca empujando una carretilla y la ve. Se detiene a observarla. Se aproxima sentándose junto a ella.

ALONSO : ¿Qué pasa Adriana? ¿Cansancio?
ADRIANA : Sí.
ALONSO : ¿Mucho?
ADRIANA : Infinito. No, no me mires así porque no me he descuidado con nada.
ALONSO : No desconfío, Adriana, es preocupación.
ADRIANA :Estoy bien.
ALONSO : Cuando acabemos de comer quiero que duermas una buena siesta... de las de cama con pijama y mientras yo rebusco con Irene en el botiquín a ver si encontramos un reconstituyente.
ADRIANA : Debe estar muy enfadada conmigo.
ALONSO : ¿Irene?
ADRIANA : (Solo afirma con un gesto de cabeza).
ALONSO : No, te lo aseguro. Está preocupada, como lo hemos estado todos en los últimos días. Es normal, ¿no te parece? Si tu quisieras decirnos, aunque fuera por encima...
ADRIANA : (Se lleva las manos a la cabeza sujetándola con fuerza). ¡Silencio! ¡No hay nada! ¡Todo está igual! Silencio.... Por favor... Silencio... Schhhhh....
ALONSO : (La achucha con un brazo y a la vez, con la mano del otro, retira las de la mujer de la cabeza y acaricia su pelo). Está todo bien Adriana. Nadie está enfadado contigo. Tu no te preocupes por nada. Todo está igual que siempre. Nada va a cambiar.

ALONSO continua recitando letanías de consuelo durante un rato, incluso mientras la ayuda a ponerse en pie y a caminar con dirección a la casa.

sábado, 5 de mayo de 2012

El Pedregal 21

35. LA CASA. EN EL JARDÍN. EXTERIOR. DIA.

ADRIANA está sentada en un banco del jardín con la cara levantada hacia el sol, los ojos cerrados y el gesto plácido.
ALONSO pasa cerca empujando una carretilla y la observa  serio e inexpresivo, luego sonríe haciendo con la cabeza gestos de resignación y continua su camino.
Instantes después ADRIANA abre los ojos, se despereza  y se pone en pie mirando a su alrededor y buscando. Ve a ALONSO a lo lejos trabajando con las plantas y se levanta para acercarse a él.


36. LA CASA. EN EL JARDÍN  (OTRA ZONA). EXTERIOR. DIA.

ALONSO, con la carretilla llena de plantas, tierra y algunas herramientas al lado. trabaja agachado entre unos arbustos.
Se pone en pie y saluda a ADRIANA al verla cerca.

ALONSO : ¡Adriana! (Su tono de voz es alegre y despreocupado).
ADRIANA : Me alegro de encontrarte solo porque ¡madre mía! en esta casa siempre hay alguien alrededor. (Su voz suena también alegre y frívola).
ALONSO : Es verdad, pero es algo bueno, por lo menos a mi me gusta.
ADRIANA : Y a mi y a mi.... Pero hay ratos en los que se agradece un poquito de claridad en el ambiente.
ALONSO : ¿Como van tus cosa Adriana?
ADRIANA : Pues bien, como siempre.
ALONSO : ¿Estas haciendo mucha amistad con Angel o es que me lo parece a mi?
ADRIANA : Te lo parece a ti.
ALONSO : Mujer, lo digo porque sin ir más lejos esta mañana os vi y parecíais muy satisfechos y contentos.
ADRIANA : Cuestión de buena educación. (Se distrae quitando unas hojas secas de un matorral y ALONSO no insiste).

Minutos de silencio en los que ALONSO la observa sin perder de vista cada uno de los gestos y movimientos de ADRIANA.
Se oyen voces a lo lejos pregonadas a los cuatro puntos cardinales.

IRENE : ¡¡A comer!! ¡¡A comer!! ¡¡A comer!! ¡¡A comer!! ¡Todos a la mesa inmediatamente antes de que se enfríe!
ALONSO : (Pasa un brazo por los hombros de Adriana achuchándola con cariño). Vayamos a comer, ¿quieres?
ADRIANA : Sí.

ADRIANA apoya la cabeza en el hombro de ALONSO y cierra los ojos descansando. Así caminan hasta la casa.

jueves, 3 de mayo de 2012

El Pedregal 20

33. LA CASA. EN EL DORMITORIO DE BASILIA. INTERIOR. DIA.

MATEO llama en la puerta de BASILIA hablando bajito.

MATEO : ¡Tia!... ¡Tia Basi!...
BASILIA : ¡Pasa, Mateo, pasa!

BASILIA, perfectamente vestida según su estrafalario estilo habitual, está sentada frente al espejo de su tocador arreglándose el pelo. Al oir la voz de MATEO que la llama suelta peines, cepillos y horquillas que tiene entre los dientes y acude presurosa a abrir la puerta.

BASILIA : ¡Bienvenido, tesoro mio! (MATEO entra sin prestar atención a las "curiosidades" de la habitación que para el son objetos cotidianos sin nngún interés). ¡¿Qué me cuentas?! Porque algo tienes que contarme, me lo dicen los remolinos de tu pelo. (BASILIA ha hablado muy seria pero cuando MATEO la mira sonriendo tambien ella sonríe. Se abrazan los dos y rien cómplices).
MATEO : Vengo a que me ayudes a resolver un dilema.
BASILIA : Pues vamos a estudiarlo.

Con su brazo por el hombro del niño le conduce al mirador.


34. LA CASA. EN EL MIRADOR DEL DORMITORIO DE BASILIA. INTERIOR. DIA.

El mirador está habilitado como un cuartito de estar muy acogedor en el que se acomodan. Repleto de piedras de diferentes tamaños y formas ordenadas todas con armonía, unas en solitario y otras amontonadas, todas evidenciando que se las quiere y se las cuida. Al sentarse entre ellas MATEO las mira con una sonrisa plácida y acaricia algunas con suavidad.

BASILIA : Cuéntame.
MATEO : Es todo eso de la música que tiene que ver con ese hombre.
BASILIA : Continúa.
MATEO : Y que ha hecho que todos se vuelvan locos.
BASILIA : Con razón, ¿no te parece?
MATEO :  No se... El caso es que yo se lo que los abuelos quieren averiguar.
BASILIA : ¡¿En serio?! (se ha sorprendido mucho y su gesto se ha llenado de preocupación y nerviosismo).
MATEO : Sí, en serio. Pero no digo nada porque me parece que sería peor. Quiero decir que a lo mejor provocaba disgustos más importantes aún y no quiero que los haya porque me dan miedo.
BASILIA : ¿Por que no me cuentas todo desde el principio y con detalle?
MATEO : ¿Tu no sabes nada?
BASILIA : Igual sí y no he caído en la cuenta...
MATEO : ¿Y no tienes ninguna de tus premoniciones?
BASILIA : En esta ocasión fíjate que me parece que no.
MATEO : Pues eso si que es raro.
BASILIA : Quizá sí. ¡Bueno!, ¿nos metemos en harina?
MATEO : Sí, vamos.
BASILIA : Te escucho. Y ya sabes, los detalles insignificantes también cuentan. 

MATEO empieza a hablar y BASILIA le escucha con suma atención mientras la cámara se aleja de ellos hasta salir de la habitación.

lunes, 30 de abril de 2012

El Pedregal 19

31. LA CASA. EN LA COCINA. EXTERIOR. DIA.

IRENE permanece observando por la ventana el encuentro correctísimo de ADRIANA y ANGEL mientras la cámara, atravesando el cristal, pasa de ella a ellos siguiendo su alejamiento.


32. LA PLAYA, EXTERIOR. DIA.

ADRIANA y ANGEL caminan plácidamente. El día es soleado.
ADRIANA se descalza y sigue caminando con los pies dentro del agua.
Los gestos faciales y el movimiento corporal de ambos indican que por muy seria que sea la conversación que mantienen, además han establecido un ligero coqueteo mutuo.

ANGEL : ¿Tendré que resignarme entonces a marchar con las manos vacías?
ADRIANA : De ninguna manera, te llevarás regalos.
ANGEL : Lo que quiero llevarme es tu música. Y a ti... y a la artista que eres.
ADRIANA : Bajo tus condiciones nunca será posible.
ANGEL : Si es por tu hijo, tiene unos abuelos y una familia fantástica, además de que he creído entender que pronto irá a un internado para comenzar los estudios serios.
ADRIANA : Sí, pero no es solo por él, es por la vida que hemos conseguido todos los de la familia, es... por mí, que no me quiero marchar. No podría vivir lejos de esta casa.
ANGEL : ¿Por qué significa tanto? Serían alejamientos temporales y volverías, ella siempre te va a esperar.
ADRIANA : No pierdas el tiempo insistiendo porque no cambiaré mi decisión. Cuando te mandé esa grabación cometí un error pensando que podría ser posible, me vencieron la ilusión y el entusiasmo.
ANGEL : Nada de errores. Hiciste bien y la prueba es que estoy aquí ofreciéndote un contrato que, claro que sí tiene un coste, pero como todo en la vida.
ADRIANA : Que supera en muchísimo lo que yo nunca estaré dispuesta a pagar. Puedo aprender, puedo ensayar, incluso podría grabar... aquí... desde aquí. Yo no quiero actuar en público ni escuchar aplausos.
ANGEL : ¿Entonces? Porque todo eso lo conlleva la fama.
ADRIANA : Pretendía ganar un dinero con lo único que se hacer para ayudar a mi familia, nada más que eso. Ellos trabajan muchísimo, todos, incluso tía Basilia que se va a dejar los ojos bordando y yo solo las tareas insignificantes de la casa, barrer, el polvo, las camas, algún recado que otro y poco más; antes, cuando Mateo era chiquitín, aún, pero ahora ya... Y el internado lo empeorará todavía más aumentando los gastos domésticos. Si el proyecto de la música hubiera sido posible....¡que distinto todo! ¿Me he explicado bien? ¿Has podido comprenderme aunque haya sido por encima? (con gestos de ansiedad y ademanes inquietos y angustiados).
ANGEL : Te he comprendido, claro que sí (ligeramente sorprendido), pero por lo que respecta a la música no me parece que haya una solución adaptable a tus necesidades. Hoy, y cada día más, las cosas tiene unas reglas de juego estipuladas.
ADRIANA :  En las que yo no pensé, ahora lo entiendo.
ANGEL : Se me ocurre que gustándote tanto la música podrías acercarte a tus deseos dando clases.
ADRIANA : ¡¿Clases?! (casi escandalizada de tan asombrada).
ANGEL : (Desconcertado ante tanto asombro). Sí, claro. De la misma manera que tu padre da clases de geometría o de gramática.
ADRIANA : (Con un gesto casi despectivo) ¡Qué ocurrencia! ¡De ninguna manera y por ningún motivo, fíjate bien! (Se aparta de él físicamente).
ANGEL : (Violento ante la situación que se ha creado hace un esfuerzo por cambiar el rumbo de la conversación). Lo siento, ha sido una bobada por mi parte poner en el mismo plano dos actividades tan.... Discúlpame.
ADRIANA : No te preocupes. Ya está pasando. (Ajena a las palabras del hombre y con expresión ausente, sus movimiento indican que hace respiraciones relajantes y esfuerzos de concentración mental).
ANGEL : (Tiene un nuevo sobresalto de desconcierto y se toma unos segundos para recomponer el ánimo), ¿Puede visitarse el interior del faro?
ADRIANA : Sí, el farero y su familia son amigos. ¿Quieres que vayamos ahora? (muy alegre y entregada al momento).
ANGEL : Me gustaría.
ADRIANA : Entonces vamos. Verás qué panorama increíble desde arriba.

Los dos, de nuevo con buen humor y ahora ya sin coqueteos, se encaminan al faro.

viernes, 27 de abril de 2012

El Pedregal 18

28. LA CASA. EN LA BIBLIOTECA. INTERIOR. DIA.

TIMOTEO y MATEO dan clase en una mesa grande tapizada de libros, cuadernos y hojas desordenadas. 
Las paredes de la habitación están cubiertas de estanterías repletas de libros y revistas ordenadas con descuido. Hay varias escaleras de mano, que no de biblioteca, en diferentes zonas.

MATEO : Abuelo tengo una duda ¿te la digo?
TIMOTEO : Adelante con ella. Escucharé lo que quieras decirme antes de opinar.
MATEO : Pero no es de los deberes...
TIMOTEO : Si es una duda, habla.
MATEO : Verás, es que no soy capaz de decidir yo solo, me parece que aún no he aprendido bien.
TIMOTEO : ¿Has consultado con las piedras?
MATEO : Sí, pero no me han contestado.
TIMOTEO : Muy raro, ¿formulaste la pregunta como es debido?
MATEO : Me esmeré, pero era difícil y puede que me liase.
TIMOTEO : Practicaremos más, pero por ahora explícame a mi lo que te tiene indeciso.
MATEO : Es que se algo y me he enterado por casualidad ¿eh?, que debería decir pero si  lo hago delataría a alguien y no quiero hacerlo. He procurado no pensar en ello a ver si se me olvidaba pero es imposible porque se me pone delante sin querer y no me lo puedo quitar de encima ni siquiera cuando me acuesto. Ya me está dando hasta dolor de cabeza (se la frota con las dos manos). ¿Tu que harías?
TIMOTEO : Depende de la importancia del asunto de que se trate. ¿No hay nadie a quien se lo puedas contar sin consecuencias?
MATEO : Me parece que no. ¡O puede que si!.... Se me está ocurriendo ahora (su cara se relaja llena de alegría esperanzada). ¿Hemos terminado del todo la clase abuelo?
TIMOTEO : Si, anda, ya puedes marcharte.
MATEO : (Recula para retirar la silla y ponerse en pie). Oye abuelo....
TIMOTEO : ¿Qué más hay?
MATEO : Me has ayudado mucho, gracias.
TIMOTEO : Me encontrarás siempre que me necesites.


29. LA CASA. EN LA ESCALERA. INTERIOR. DIA.

MATEO sube los peldaños corriendo, algún tramo saltándolos de dos en dos.


30. LA CASA. EN LA COCINA. INTERIOR. DIA.

IRENE recoge los restos de los desayunos cuando aparece ADRIANA que mira a su alrededor para comprobar que no hay nadie más. Se ha esmerado eligiendo la ropa que lleva puesta, también se ha maquillado e incluso peinado un poco, ella que siempre va desgreñada.

IRENE : ¡Adriana, pero que guapísima estás!
ADRIANA : ¿De verdad? ¿Parezco otra?
IRENE : (La agarra por los hombros y la mira fijamente mientras habla). No necesitas parecer otra. Tu, Adriana, eres fantástica. ¿Es que acaso no te has mirado bien en el espejo?

ADRIANA ríe contenta alrededor de IRENE que la abraza con una gran intensidad cariñosa mientras se observa que en su mirada la alegría es sustituida por inquietud y preocupación. Con un esfuerzo de ánimo regresa a la sonrisa.

ADRIANA : Claro que me he mirado y requetemirado, pero como tengo esas cosas, ya sabes...
IRENE : Todos tenemos cosas.
ADRIANA : Ya, pero vosotros sabéis cuando rectificar y yo no.
IRENE : Anda, deja esos asuntos de lado y dime por qué te has puesto de tiros largos. ¿Es que vas a ir a algún sitio?
ADRIANA : Pues claro, es lo que vengo a decirte. Angel me ha invitado a dar un paseo hasta la playa, bueno, en realidad él quería que fuésemos al pueblo a tomar un refresco, pero le he dicho que de ninguna manera iba a alejarme tanto porque nos llevaría mucho tiempo y yo tengo que estar cerca y localizable en todo momento, ¿está bien?
IRENE : Muy bien, Adriana. ¿Te gusta ese hombre?
ADRIANA : Un poco. (Nota la mirada preocupada de IRENE y se apresura añadiendo). Pero no te preocupes porque no pienso casarme con el, ¡pues no vive lejos ni nada! (con un aire que de puro infantil resulta incomprensible) y no voy a separarme nunca de vosotros ni voy a dejar esta casa por nada del mundo. (Echa los brazos al cuello de IRENE lo mismo que haría una niña de sis años y la mujer la recibe con los suyos abiertos y llenos de ternura).

Aún están abrazadas cuando tras los cristales de la ventana se ve a ANGEL, con las manos en los bolsillos del pantalón, ir y venir por el jardín.

IRENE Mira, ahí está ya esperándote.
ADRIANA : Pues me voy. (Se para frente a IRENE y muy seria vuelve a preguntar) ¿En serio estoy bien?
IRENE : Sabes que no soy amiga de bromas y mucho menos de mentiras ni mentirijillas ni siquiera de compromiso.
ADRIANA : Sí que lo se.
IRENE : Y te digo que estás guapísima.
ADRIANA : Entonces me voy ya. (Se gira para salir).
IRENE : ¡Adriana!.... (Hay preocupación en su voz).
ADRIANA : (Retrocede hacia ella inmediatamente) ¡Qué! ¿Qué pasa? (otra vez con solicitud infantil).
IRENE : (Se controla y recupera la sonrisa). Pásalo bien.
ADRIANA : Sí. Gracias.

martes, 24 de abril de 2012

El Pedregal 17

27. LA CASA. EL DORMITORIO DE BASILIA. INTERIOR. DIA.

La habitación entera es un batiburrillo de cosas desperdigadas por todas partes, sobre todo ropa, zapatos y objetos de tocador, sin embargo resulta un espacio cuidado y sobre todo lleno de vida y calidez.
El mobiliario, anticuado, forma un conjunto completo. 
La cama es grande, con almohadones de diferentes tamaños por encima y todos ellos armoniosamente coordinados.
La mesilla y la cómoda están repletos de libros y de piedras.
Hay fotografías enmarcadas por las paredes y sobre los muebles.
BASILIA está medio tumbada en un sillón, recostada entre cojines y ojea una revista mientras fuma un cigarrillo.

IRENE : No deberías fumar, Basilia.
BASILIA : La ventana está abierta para que salga el humo y jamás nadie en esta casa se sintió molesto, ni siquiera mi abuelita que era la más pejiguera.
IRENE : Es por tu salud.
BASILIA : No soy inmortal y el nombre de lo que tenga que venir a por mí  me trae sin cuidado.

IRENE  se sienta frente a BASILIA en un taburete que aproxima.

IRENE : Como quieras. Necesito de ti Basilia, es importante.
BASILIA : Me tienes a tu disposición como siempre, ya lo sabes.
IRENE : Quiero que me cuentes desde el principio todo eso de la música de Adriana. Hay algo que me huele a chamusquina y no se lo que es.
BASILIA : Pues a buen sitio has venido a preguntar porque yo aún no salgo de mi asombro.
IRENE : ¿Acaso no eres su agente? Alonso me lo ha dicho y estaba delante.
BASILIA : Palabras de acompañamiento, cosas que se dicen en un momento tenso para suavizar y conseguir una baza con la que jugar. Un impulso instintivo, te lo aseguro, nada más. En medio del sobresalto enorme que tuve, la intuición me aconsejó situarme en su dimensión, pero no sirvió de nada.
IRENE : Pues la única que sabe música en esta casa eres tú así que de alguna manera tienes que haber intervenido.
BASILIA : Y yo te digo que no.
IRENE : ¡¿Y desde cuando canta Adriana?! ¡Mejor dicho, ¿desde cuando canta bien?! ¡Por Dios, ¿cómo puedo creerme lo que está pasando?! Te lo advierto, quiero liberar al gato y con tu ayuda o sin ella no voy a parar hasta que lo encuentre.
BASILIA : ¿Has buscado pistas en su dormitorio?
IRENE : ¡Pues claro que no! Y tú tampoco, Basilia.... (mirándola a los ojos con intensidad). Respetamos la intimidad de cada uno, ¿recuerdas que lo prometimos?
BASILIA : Salvo caso de fuerza mayor que se decidiría en asamblea. Tal vez sea este el momento.
IRENE : Hay otros caminos aún. (Instantes de silencio meditabundo por parte de las dos). ¿Por qué no hablas tú con ella? Intenta sonsacarla algo. Haz valer tu posición de representante suyo.
BASILIA : ¿Crees que no lo he hecho? Estoy tan sorprendida como tú si no más y quiero saber. Lo he intentado, pero todo lo que he conseguido es un "si" pelado a mi ofrecimiento de ser su agente y un "ya hablaremos cuando tengamos de qué hablar" a todo lo demás. ¿Me autorizarías a echar un vistazo a sus cosas? yo no tengo tantos pudores respetuosos....
IRENE : No.
BASILIA : Solo haz la vista gorda entonces.
IRENE : De ninguna manera, Basilia. Ni se te ocurra

IRENE se levanta, camina hasta la puerta y empuña el picaporte para salir.

domingo, 22 de abril de 2012

El Pedregal 16

23. LA PLAYA. EXTERIOR. DIA.

ADRIANA y ANGEL continúan su paseo, ahora entre las piedras de la playa desierta.

ADRIANA : ¿Y si yo exijo que se respeten mis condiciones? Tengo un hijo y una familia, no quiero separarme de ellos. Y tampoco quiero alejarme de esta casa ( por un instante hay pánico en sus ojos).
ANGEL : Pues te diría, porque no quiero engañarte, que hablamos de cosas incompatibles. Tendrás que elegir Adriana.
ADRIANA : (Con lágrimas en los ojos y gesto acongojado). Y caería allí donde no.... (Guarda silencio para evitar un sollozo). Elija lo que elija tendré que renunciar a  la mitad de mi vida.
ANGEL : No se qué decirte... ¿Que lo siento?
ADRIANA : ¿Por qué has de sentirlo tú?
ANGEL : Porque me creí portador de buenas noticias cuando solo traía desilusión y tristeza.
ADRIANA : ¡Eh, eh! ¡Que con un disgusto es suficiente! Había supuesto que estabas bien curtido para desempeñar tu trabajo.
ANGEL : Y lo estoy. No te imaginas hasta qué punto. Por cierto, imagino que tu tía y representante estará al corriente de tus indecisiones (con frialdad).

Instantes de silencio en los que ADRIANA deja la mirada vacía perdida en el mar y ANGEL se pasa la mano por la frente arrepentido de su arrebato de mal humor.

ADRIANA : No puedo seguirte. No entiendo.
ANGEL : Olvídalo, no importa gran cosa ya. Quiero pedirte algo, Adriana.
ADRIANA : Cuenta con ello si está en mi mano, ¿qué es?
ANGEL : Antes de que me marche me gustaría escucharte cantar, Esa voz tan diferente a todas, surgiendo de ti, en pie junto al piano, se ha convertido en la imagen de mis sueños.
ADRIANA : (Satisfecha y coqueta se ruboriza profundamente y sonríe en silencio. No responde).


24.  LA CASA, EN EL PASILLO DEL PISO SUPERIOR. INTERIOR. DIA.

IRENE sube los últimos peldaños de la escalera con aspecto fatigado. Se detiene. Piensa con intensidad y se le nota en la expresión, incluso en el gesto de sujetarse la frente con la mano izquierda mientras que con la derecha aún permanece agarrada al pasamano. Por fin parece haber tomado una decisión y con paso enérgico avanza por el pasillo pero vuelve a detenerse, de nuevo dudosa, durante un momento más. Camina con paso firme y ligero hasta una puerta, alarga la mano y golpea dos veces llamando.

BASILIA : ¿Quien es?
IRENE : Necesito hablar contigo.
BASILIA : ¿De qué?
IRENE : ¿Puedo entrar?
BASILIA : Por ahora prefiero que no.
IRENE : ¿Tendremos entonces que hablar a través de la puerta?
BASILIA : Sí, mejor. O no hablar.
IRENE : Basilia, tengo mucho que hacer y ya he agotado mi paciencia, tienes diez segundos para recoger lo que no quieres que vez y entraré. Uno, dos, tres, cuatro...
BASILIA : ¡Pasa! Pasa, anda.

viernes, 20 de abril de 2012

El Pedregal 15

22. LA CASA. EN LA COCINA. INTERIOR. DIA.

IRENE y BASILIA cosen, la primera repasa ropa de uso cotidiano y la segunda borda en un bastidor.
En el exterior llueve y puede verse a través de los cristales de las dos grandes ventanas.
Tras una esquina de la casa ven pasar a ADRIANA con un largo impermeable y capucha acompañada de ANGEL, que lleva un chubasquero y un paraguas cerrado.

BASILIA : Me parece que esos dos están congeniando demasiado.
IRENE : (Con el ceño fruncido en medio de un gesto de preocupación y contrariedad). Tienen negocios que resolver entre manos.
BASILIA : Sin duda. Y muchos que deben de ser...
IRENE : ¿Hay algo que quieras contarme?
BASILIA : Nada, fantasías mías.
IRENE : Pero tu sabes que me entusiasman... (Por los gestos de las dos mujeres se deduce que tendrán una conversación sabrosa).

23. LA CASA. EN EL JARDÍN. EXTERIOR. DIA.

ADRIANA y ANGEL caminan ágiles en dirección a la cancela.
Silenciosos, se miran un par de veces y sonríen.

24. EL CAMPO. EXTERIOR. DIA.

ADRIANA y ANGEL pasean por los campos plácidamente bajo la lluvia y conversan.

ANGEL : Adriana, yo he venido hasta aquí por un asunto muy concreto, los días pasan y aunque me encuentro muy a gusto debo regresar y necesito que hablemos de ello.
ADRIANA : Pero yo no entiendo de negocios. Lo que tú dispongas me parecerá bien. Solo tienes que decirme cuantas grabaciones quieres, una a la semana o cincuenta todos los meses y las tendrás.
ANGEL : Adriana, no es suficiente. Son otras cosas.
ADRIANA :¡ ¿Qué cosas?! (con voz chillona). No te comprendo.
ANGEL : Enviaste a la agencia un trabajo artesano que nos gustó muchísimo, hasta el punto de que estoy aquí ofreciéndote un contrato.
ADRIANA : Sí, efectivamente...
ANGEL : Lo que significa que los próximos habrán de hacerse en un estudio profesional y tendrás actuaciones, giras, galas, promociones, viajes...
ADRIANA : ¿Lo que significa... que tendría que abandonar esta casa y cambiar de vida? ¿ Es eso lo que quieres decir?
ANGEL : Así tendrá que ser.
ADRIANA : Pero esas no fueron mis condiciones.
ANGEL : No.

miércoles, 18 de abril de 2012

El Pedregal 14

ADRIANA : Sabes, sabéis (abarca al grupo con la mirada) lo que quiero decir (su voz  tiembla y su mirada se esconde).
TIMOTEO : Y tu ya deberías haber aprendido que el dinero jamás está solo, sino envuelto en quebraderos de cabeza (serio, dolido y muy preocupado).
MATEO : ¿Siempre abuelo?
TIMOTEO : Siempre, por siempre jamás.
MATEO : Pues vaya...
IRENE : (Roja de ira que se esfuerza en contener). Explícanos cual era tu canción por lo menos, Adriana. ¡Mira que tener una artista en casa y no haberme enterado!.... No tengo perdón.
ADRIANA : Me duele tu burla (casi llorando).
IRENE . Lo supongo, pero yo estoy preocupadísima y muy enfadada.
ADRIANA : ¿De verdad puedo haber provocado un lío? (las lágrimas caen por sus mejillas).
TIMOTEO : ¿Acaso preguntaste a las piedras antes de tomar tus benditas decisiones?
ADRIANA . (Llorosa y retorciéndose las manos en el regazo). Iba a hacerlo pero al final se me olvidó.

Sorprende que a lo largo de la conversación MATEO no se haya extrañado por las reprimendas dirigidas a su madre ni por sus lloros casi infantiles.

ALONSO : Lo arreglaremos. Este hombre ha quedado en volver la próxima semana, hablaremos entonces y todo se solucionará.
ADRIANA : ¿Cuando llega? (Ilusionada ha olvidado lágrimas y disgustos).
IRENE : Por lo visto el lunes, que podría ser el domingo por la noche.
BASILIA : Lo que yo sigo sin comprender...
ALONSO : ¿Qué es?
BASILIA . En qué consiste el jaleo, porque los problemas relacionados con el dinero a los que os referís vendrán después, con la fama, pero a vosotros os preocupa el presente y me pregunto por qué, pero como  sospecho que no me lo vais a explicar porque consideráis que estoy senil.... (se echa a llorar).

IRENE se levanta rápida y la abraza fuerte para consolarla. Durante unos segundos arrecia el llanto, va calmándose después y acaba en un instante.

BASILIA : Mateo, precioso, alcánzame la pamela, haz el favor. (MATEO no solo se la acerca sino que ayuda a colocársela de la manera que sabe que le gusta más a ella. Lo hace con tal primor que deja traslucir lo muchísimo que la quiere. Cuando acaba la abraza y la besa con fuerza). ¡Niño de mi vida, te quiero tanto!.... Pero si me abrazas tan fuerte acabarás por romperme.
MATEO : ¡Exagerada!

ALONSO e IRENE han intercambiado miradas significativas. IRENE se encoge de hombros y ALONSO extiende con disimulo los brazos abiertos.

IRENE : Tengo que ir preparando la comida que se echa la hora encima.
ALONSO : Bueno, pues cuando ese hombre vuelva ya buscaremos la manera de solucionar las cosas ¿Nos parece bien a todos? (Gestos afirmativos). Y si alguien tiene cualquier idea o quiere decir algo que se le haya olvidado, que no se lo guarde, ¿estamos?... (sosteniendo la mirada por unos instantes a BASILIA, ADRIANA y TIMOTEO, que se la devuelven con desasosiego).

Todos salen del salón en diferentes direcciones.

lunes, 16 de abril de 2012

El Pedregal 13

21.  LA CASA. EN EL SALÓN. INTERIOR. DIA.

La habitación es muy amplia. Decorada con muebles y objetos diversos pertenecientes a diferentes estilos y épocas, resulta a la vista un espacio familiar y confortable en el que apetece estar.
Además de sofás, sillones y butacas, mesas y mesitas, hay libros, discos y un piano que, junto a unas grandes puertas correderas que separan del comedor, puede ser aislado por unos grandes cortinajes como pequeña salita de música.
Las puertas que comunican con el jardín están abiertas.
Hace un día soleado de comienzo de primavera algo mortecino.
ALONSO e IRENE  están sentados en sillones, hablan mientras esperan que se les una el resto de la familia.

IRENE : ¿Para qué ha tenido que venir? ¿No hubiera sido suficiente con escribir una carta, o cincuenta? No tiene ningún sentido y son muchísimas las complicaciones que podría ocasionarnos.
ALONSO : Los días pasan con rapidez y la negativa también nos puede acarrear conflictos.
IRENE : Hay que ver cómo se embrollan las cosas... (Se levanta y camina agitada por la habitación). Y Timoteo... ¡¿En que ha estado pensando este hombre?!
ALONSO : Dice que no se lo explica. No ha oído nada ni sospechado en ningún momento.
IRENE : Ya tiene bastante ahora con esa obsesión que le ha entrado con el futuro de Mateo,
ALONSO : Me parece que ya bajan.

Se oyen pasos por la escalera, puertas que se abren y cierran y pisadas.
El resto de la familia va entrando en el salón, acomodándose cada uno en el lugar de su preferencia, Todos silenciosos y con aspecto solemne.

IRENE : ¡Bueno! A ver quien me va a explicar esa historia de la música genial.

Todos permanecen callados y como si ninguno tuviera nada que ver en el asunto y esperando que hable el responsable.

IRENE :¡Estoy esperando impaciente!

Todos la miran sorprendidos por el tono de enfado y el gesto tan serio.

ALONSO : (También con severidad en el semblante). Esta familia puede tener problemas graves y no es preciso explicar por qué. Necesitamos saber lo que ha pasado y cómo están ahora las cosas para intentar solucionarlas antes de que puedan empeorar, así que, por favor, os estamos escuchando.
BASILIA : Por mi parte ningún problema en colaborar: no se de qué habláis, ni que es lo que os traéis entre manos. (ADRIANA la mira desconcertada).
ALONSO : ¿Adriana?
ADRIAN : (Con voz y gestos sumisos). Mandé la grabación de una canción a una productora musical en un impulso y me olvidé de decíroslo. (Todos la miran esperando que continué). No me miréis así porque no hay más (con ojos vidriosos, parece a punto de echarse a llorar). No pensé siquiera en que alguien podría escucharla, pero ya que ha pasado podríamos aprovechar la ocasión para ganar el dinero que tanta falta nos hace.
ALONSO : (Interroga autoritario). ¿De qué careces, Adriana? ¿Qué necesitas que no tengas?

sábado, 14 de abril de 2012

El Pedregal 12

ALONSO : (Con sobresalto de sorpresa que apenas consigue disimular) . Ella ahora está descansando pero tal vez yo pueda ayudarle, somos familia.
ANGEL : Agradecido, pero es asunto personal.
ALONSO : La llamaré entonces. Puede espera ahí.

Señalando los sillones de mimbre que hay en el porche, los dos caminan hacia ellos en silencio.


20.   LA CASA, EN EL PORCHE. EXTERIOR. DIA.

ALONSO, con un gesto de las manos, invita a ANGEL a sentarse.

ALONSO : ¿Le apetece tomar algo?.... ¿Un café o un refresco?
ANGEL : Agua será suficiente, muchas gracias.

Mientras ANGEL se acomoda, ALONSO entra en la casa y cuando sale de nuevo lleva en las manos una bandeja con una jarra y unos vasos que deposita en la mesa que hay delante del hombre.

ANGEL : Muy amable, gracias.
ALONSO : De nada. Ahora discúlpeme unos minutos.

ANGEL observa satisfecho lo que le rodea durante el tiempo de ausencia de ALONSO.

ALONSO, seguido de ADRIANA y BASILIA (algo más retrasada por la lentitud de sus andares, con pamela y siempre maquillada) salen de la casa y se aproximan al hombre.

ALONSO : (Hace las presentaciones). ¿Angel...?
ANGEL : Ambros.
ALONSO : Adriana.
ANGEL : Encantado de conocerla. (Estrecha su mano sonriendo con encanto y admiración).
ALONSO : Doña Basilia.
ANGEL : (Inclinándose con una reverencia ante la mujer). ¿Su madre?
BASILIA : Tía-abuela (extiende la mano ante ella).
ANGEL : (Besa la mano ofrecida con galantería respetuosa). Es un placer, señora.

Todos se acomodan en los sillones y se producen unos instantes de silencio que empiezan a resultar incómodos.

ADRIANA : Usted dirá, señor. (Con voz aflautada y con gesto a la defensiva que es a vez tímido y altivo).
ANGEL : Soy portador de buenas noticias para usted.
ADRIANA : Pues le escuchamos.
ANGEL : La agencia para la que trabajo está dispuesta a hacer famosa su música.

ADRIANA, rígida, se queda pálida para ruborizarse después y ALONSO no puede reprimir un gesto de sorpresa.

BASILIA : Eso es estupendo, pero habrá que hablar primero de las condiciones. ¡No me mire con esa cara de susto! Ella quiere que sea yo quien represente sus intereses. ¿Adriana?---
ADRIANA : (Mirándola pasmada de asombro). Sí, así es. Ella se ocupará de las gestiones. Tiene todos los poderes y si necesita más, más le otorgaré.
ANGEL : No hay inconveniente por mi parte, Adriana, si es su decisión.
BASILIA :  Lo es.
ADRIANA : Lo es.

Las dos mujeres se miran unos instantes con seriedad estableciendo alguna clase de pacto.

jueves, 12 de abril de 2012

El Pedregal 11

17.   LA CASA. EN EL JARDÍN. EXTERIOR. DÍA.

Un hombre que carga una maleta atraviesa la cancela.

ÁNGEL : ¡Buenos días! ¡¿Hay alguien ahí?!


18.  LA CASA. EN EL JARDÍN (OTRA ZONA). EXTERIOR. DÍA.

ALONSO, que está trabajando entre unos arbustos y manipula una máquina, levanta la cabeza al oír una voz extraña.
Para la herramienta y la suelta en el suelo.


19.  LA CASA, EN EL JARDÍN (SENDERO DE ENTRADA). EXTERIOR. DÍA.

ÁNGEL se acerca a la casa por el camino sin dejar de mirar asombrado y complacido el entorno.
ALONSO, observándole, le deja avanzar hasta la mitad del sendero antes de salir a su encuentro.

ALONSO : Buenos días. ¿En qué le puedo ayudar?
ÁNGEL : Muy buenos días (suelta la maleta en el suelo). Si hubiera sabido que esto estaba tan lejos de la estación habría pedido a un coche que me trajera.
ALONSO : Hay un buen paseo, sí. (Permanece a la expectativa).
ÁNGEL : Ángel Ambros. (Se presenta al tiempo que ofrece a Alonso una tarjeta que saca de su bolsillo y extiende la mano para saludarle con una sonrisa).
ALONSO : Mucho gusto. (Ignora la mano extendida, no dice su nombre y tampoco sonríe. Ojea la tarjeta).
¿Productor musical? ¿Ha venido por motivos de trabajo? (con ironía algo despectiva).
ÁNGEL : Pues sí... (parece desconcertado). Busco a doña Adriana Marten.

martes, 10 de abril de 2012

El Pedregal 10

16.  LA CASA. EN EL COMEDOR. INTERIOR. DÍA.

A medida que van entrando, ADRIANA les indica el lugar que ha destinado a cada uno y en el que se van sentando.
Aunque la mesa está dispuesta para doce comensales ellos cinco la ocupan en su totalidad alternándose entre los sitios vacíos.

BASILIA : Adriana, te felicito. (Se la ve deslumbrada y radiante). Has borrado el tiempo...

Durante unos instantes la mirada de BASILIA se pierde en la luz que reflejan los cristales colgantes de la lámpara y en la misma habitación y sentadas a la misma mesa vemos difuminadas a otras personas: los padres, los abuelos, cinco personas más, visitantes o familiares, y en el grupo una BASILIA adolescente y un par de doncellas que trajinan con bandejas entre todos ellos. El ambiente, el vestuario, el conjunto general habla de una familia de alta posición económica y social.

La voz de TIMOTEO deshace la ensoñación.

TIMOTEO : ¿Para qué tantos servicios que nadie va a utilizar, hija?
ADRIANA : (Sorprendida por la falta de comprensión ante lo que considera obvio). Pues para que todo esté completo.
ALONSO : Fantástico y completo, Adriana. Gracias. ¡Podemos empezar a comer!
BASILIA : Esos modales, por favor.

Mientras BASILIA pronuncia su reproche los demás han ido levantando sus sobreplatos y miran el interior sorprendidos.

MATEO : ¿Qué es esto, mamá?
ADRIANA : Huevos revueltos, ¿no lo reconoces?
MATEO : ¿Y qué hay después?
ADRIANA : (Muy sorprendida). Es plato único. ¿Es que se te ha olvidado acaso que no se cocinar?
MATEO : La abuela siempre deja un montón de guisos preparados y me extraña que...
ALONSO : Mateo, esta es una comida extraordinaria que tu madre ha querido regalarnos, de manera que todo el esfuerzo es suyo y también el mérito. Está muy rico, Adriana. ¿O no....? 

Con la mirada ALONSO exige a los demás, que ya están comiendo, que la respuesta sea afirmativa y ellos obedecen con gestos y exclamaciones de aprobación y excelencia.

TIMOTEO : Muy muy buenos.
BASILIA : Deliciosos. Nunca los comí mejores.
MATEO : Están bien, pero ¿y si me quedo con hambre?
TIMOTEO : Meriendas antes de la hora.
MATEO : ¿Y si sigo teniendo hambre cuando acabe este plato?

ADRIANA le mira con evidente angustia.

ALONSO : (Pendiente de cada detalle). Basta Mateo. Cuando terminemos de comer haces lo que necesites hacer, ¿de acuerdo? (Le fulmina con la mirada y el niño, muy serio, baja la cabeza)- Ahora todos, felices y alegres, disfrutemos de lo que se nos ha regalado.

ALONSO mira sonriente a ADRIANA y levanta la copa, con agua, en su honor. BASILIA y TIMOTEO hacen lo mismo y MATEO, tras una mirada de ALONSO se les une.

Durante un buen rato se les ve comer satisfechos para después hacer una sobremesa de charlas y de risas en la que todos participan.

sábado, 7 de abril de 2012

El Pedregal 9

12.  LA CASA. EN LA ESCALERA. INTERIOR. DÍA.

TIMOTEO desciende la escalera seguido a distancia por BASILIA que, con lentitud, avanza pasitos cortos bien agarrada a la barandilla.


13.  LA CASA. EN EL RECIBIDOR. INTERIOR. DÍA.

El angulo de visión prescinde de la zona de acceso al comedor.
ALONSO y MATEO, procedentes del jardín, entran por la puerta que comunica con la cocina.

ADRIANA :  ¡Las manos!
MATEO : Mamá, nos las hemos lavado en el invernadero, ¡pues menudas las teníamos de tierra y abono!

Primero TIMOTEO y después BASILIA se unen al grupo.

BASILIA :  No nos des detalles, por favor. No me explico qué hace este niño con la educación que le damos. ¡¿Cuándo empezarás a controlar tus groserías?!
MATEO : No te enfades tía Basi, es que no sabía que era una grosería, de verdad (su expresión desconcertada demuestra la sinceridad de su ignorancia).
BASILIA : (Acaricia con ternura altiva el pelo de MATEO). Debes aprender deprisa, lo más rápido que puedas, porque ya te estás haciendo demasiado mayor.
ALONSO : ¿Podemos comer ya?...  Porque aunque lo disimule estoy muerto de hambre.


14.  LA CASA. EN EL RECIBIDOR. INTERIOR. DÍA.

El ángulo de visión es el de la zona del comedor.
ADRIANA se apresura para llegar la primera a la doble puerta del comedor, manipular con la llave y abrirla de par en par.
Extiende el brazo hacia el interior ceremoniosamente invitando a entrar.

ADRIANA : Cuando queráis. Adelante.


15.  LA CASA. ENTRE  EL RECIBIDOR Y LA PUERTA DEL SALÓN. INTERIOR. DÍA

Todos miran sonrientes y sorprendidos hacia el iluminado y engalanado comedor.

ALONSO : ¿Por qué, Adriana? ¿Tenemos algo que celebrar?
ADRIANA : Es un acto de cariño para vosotros. ¿Es suficiente? ( Le sonríe retadora).
TIMOTEO : No hay un motivo mejor para hacer las cosas, hija.
BASILIA : ¡Qué preciosidad, Adriana! Te has esmerado de lo lindo. (Le coge las manos son una sonrisa). Gracias niña mía.
ALONSO : Venga... Adelante... (Empuja a los demás por la espalda con suavidad).

viernes, 6 de abril de 2012

El Pedregal 8

9.  LA CASA. EN  EL COMEDOR. INTERIOR. DÍA.

ADRIANA, con un grandísimo mandilón sobre su ropa, trajina entre los muebles suntuosos y descoordinados que forman un comedor incompleto de tal manera que, como la habitación es muy amplia, el conjunto se ve un poco destartalado.
Saca manteles, vajillas, copas, cubiertos, y dispone una mesa espectacular a la vista aunque incorrecta en la colocación de los utensilios.
Observa el resultado de su trabajo con gesto satisfecho, retoca un par de detalles con ademanes de precisión y sale dejando la puerta bien cerrada con llave.


10.  LA CASA. EN EL RECIBIDOR. INTERIOR. DÍA.

ADRIANA, muy sonriente y ufana, trajina de un lado a otro colocando ceniceros, alisando tapicerías y sacudiendo con esmero las cortinas hasta conseguir determinados pliegues de caída.
Con un suspiro de satisfacción hacendosa se la ve entrar después en la cocina.


11.  LA CASA. EN EL RECIBIDOR. INTERIOR. DÍA.

Las puertas del comedor están abiertas de par en par.
El ambiente general refulge de luz como para celebrar un banquete de gala.
ADRIANA, al pie de la escalera, se quita el delantal, mira a su alrededor buscando y lo mete hecho un rebujo en el interior de un paragüero.
Con energía y persistencia hace sonar una pequeña campana que está sobre un taquillón al tiempo que vocea impaciente.

ADRIANA :  ¡La comida está servida y si no bajáis inmediatamente se enfriará y habrá que tirarla! ¡¡Rápido, abajo ahora mismo!!

miércoles, 4 de abril de 2012

El Pedregal 7

8.  LA CASA. EN EL PORCHE. EXTERIOR. DÍA.

La familia al completo rodea a IRENE que está arreglada y vestida para viajar.
Con una bolsa de viaje y tres cestos en el suelo espera a ALONSO que ha ido a buscar la furgoneta, mientras reparte las ultimas recomendaciones entre los que se quedan.

IRENE :  Van a ser tres días contando hoy y el cuarto cenaremos juntos. ¿Cada uno recuerda sus responsabilidades?

El grupo responde afirmativamente. BASILIA, desde su arrogancia habitual con un gesto que casi es despectivo por lo que considera insistencia desmedida. ADRIANA con expresión seria y responsable. TIMOTEO levanta una mano en un gesto que da por supuesto que todo irá bien.

MATEO : Abuela, vete tranquila y no te lleves ninguna preocupación. Todos sabemos y somos capaces.
IRENE : Si tu estás seguro, yo también. (Mira con dulzura a Mateo y los dos se abrazan con cariño).
Basilia.... ¿y las mantelerías?....

(Se oye el motor de la furgoneta que se acerca para detenerse frente al grupo).

BASILIA :  Aquí las tienes. A ver como las llevas para que no se arruguen más de lo imprescindible.
(Entrega con delicadeza a IRENE un paquete muy requetebién envuelto que ha cogido de una pequeña mesa ).
IRENE : Por la cuenta que nos tiene a todos las cuido como a las niñitas de mis ojos. Pueden quedarte bien tranquila, Basilia.

ALONSO coloca las bolsas e IRENE se encarama a la cabina, se acomoda con mantelerías en el regazo, baja el cristal de la ventanilla y se asoma. ALONSO, ya instalado frente al volante, pone el motor en funcionamiento.

IRENE : Que a nadie se le ocurra portarse mal porque voy a volver enseguida, ¡¿estamos?!
ALONSO : (Le da un par de palmaditas afectuosas en el brazo). Todo va a ir de maravillas. Céntrate en tu trabajo y olvida lo demás.
IRENE : Espero que no surjan sorpresas...
ALONSO : Todo está en orden, Irene. Tranquilízate o acabarás por envenenar con tus preocupaciones los guisos y mira que, después de lo que te has esforzado para decidir los menús, acabar arruinando la boda de esa gente... (Intentando bromear).
IRENE : Y no sería eso lo peor, sino que como las malas noticias corren que se las pelan, me costaría la clientela. ¡No lo permitiré!
ALONSO : Naturalmente que no. (La mira con picardía y satisfacción).

El coche acelera y se aleja.
El grupo que permanece en la casa continua repartido por los escalones de la entrada mirando enmudecidos y con aspecto desamparado a los que se van.
TIMOTEO mantiene aún el brazo levantado en gesto de despedida durante un tiempo excesivo.