martes, 10 de abril de 2012

El Pedregal 10

16.  LA CASA. EN EL COMEDOR. INTERIOR. DÍA.

A medida que van entrando, ADRIANA les indica el lugar que ha destinado a cada uno y en el que se van sentando.
Aunque la mesa está dispuesta para doce comensales ellos cinco la ocupan en su totalidad alternándose entre los sitios vacíos.

BASILIA : Adriana, te felicito. (Se la ve deslumbrada y radiante). Has borrado el tiempo...

Durante unos instantes la mirada de BASILIA se pierde en la luz que reflejan los cristales colgantes de la lámpara y en la misma habitación y sentadas a la misma mesa vemos difuminadas a otras personas: los padres, los abuelos, cinco personas más, visitantes o familiares, y en el grupo una BASILIA adolescente y un par de doncellas que trajinan con bandejas entre todos ellos. El ambiente, el vestuario, el conjunto general habla de una familia de alta posición económica y social.

La voz de TIMOTEO deshace la ensoñación.

TIMOTEO : ¿Para qué tantos servicios que nadie va a utilizar, hija?
ADRIANA : (Sorprendida por la falta de comprensión ante lo que considera obvio). Pues para que todo esté completo.
ALONSO : Fantástico y completo, Adriana. Gracias. ¡Podemos empezar a comer!
BASILIA : Esos modales, por favor.

Mientras BASILIA pronuncia su reproche los demás han ido levantando sus sobreplatos y miran el interior sorprendidos.

MATEO : ¿Qué es esto, mamá?
ADRIANA : Huevos revueltos, ¿no lo reconoces?
MATEO : ¿Y qué hay después?
ADRIANA : (Muy sorprendida). Es plato único. ¿Es que se te ha olvidado acaso que no se cocinar?
MATEO : La abuela siempre deja un montón de guisos preparados y me extraña que...
ALONSO : Mateo, esta es una comida extraordinaria que tu madre ha querido regalarnos, de manera que todo el esfuerzo es suyo y también el mérito. Está muy rico, Adriana. ¿O no....? 

Con la mirada ALONSO exige a los demás, que ya están comiendo, que la respuesta sea afirmativa y ellos obedecen con gestos y exclamaciones de aprobación y excelencia.

TIMOTEO : Muy muy buenos.
BASILIA : Deliciosos. Nunca los comí mejores.
MATEO : Están bien, pero ¿y si me quedo con hambre?
TIMOTEO : Meriendas antes de la hora.
MATEO : ¿Y si sigo teniendo hambre cuando acabe este plato?

ADRIANA le mira con evidente angustia.

ALONSO : (Pendiente de cada detalle). Basta Mateo. Cuando terminemos de comer haces lo que necesites hacer, ¿de acuerdo? (Le fulmina con la mirada y el niño, muy serio, baja la cabeza)- Ahora todos, felices y alegres, disfrutemos de lo que se nos ha regalado.

ALONSO mira sonriente a ADRIANA y levanta la copa, con agua, en su honor. BASILIA y TIMOTEO hacen lo mismo y MATEO, tras una mirada de ALONSO se les une.

Durante un buen rato se les ve comer satisfechos para después hacer una sobremesa de charlas y de risas en la que todos participan.

No hay comentarios:

Publicar un comentario