jueves, 10 de noviembre de 2016

Filosofías Arquitectónicas









¿Les pasa algo a nuestras emociones frente a cada una de estas construcciones? ¿Derecha?¿Izquierda?
¿Una nos gusta más que otra?
¿Donde preferiríamos vivir si pudiéramos?

Por algún motivo que ignoro, en las últimas semanas no hago más que tropezar con la frase  "arquitectura emocional", entendida siempre como positiva, eso sí.

Que si un arquitecto prestigioso, Luis Barragán, cuya obra se caracterizó por crear espacios donde jugaba en los distintos planos con la luz, las texturas y los colores, dijo: "la arquitectura es más que una construcción de espacios lógicos y funcionales. La arquitectura es una obra de arte y a través de ella, nosotros como personas, habitamos los espacios para poder apreciar y sentir distintas emociones al estar en nuevos ambientes. El color, la iluminación, el uso del agua establecen características especiales en los ambientes que agudizan ciertos sentidos en el ser humano. Mi hogar es mi refugio, una pieza de arquitectura emocional, no un lugar frío de conveniencia"

Que si otro igual de prestigioso o más, Mathias Goeritz, se quejó:  "Estoy harto sobre todo de la atmósfera artificial e histérica del llamado mundo artístico. Estoy convencido que la belleza plástica, en la actualidad, se presenta con más vigor donde menos interviene el llamado artista" Y habla  de intentar una Oración Plástica con la arquitectura.

Los seguidores de ambos aún se disputan para aquellos la autoría del concepto.

A mí  todo esto me resulta ajeno porque entiendo la arquitectura como un oficio al servicio de las personas y será cada una de ellas quien disfrute o padezca de sus emociones, más o menos positivas, más o menos negativas, caminando por las calles entre edificios dispares y teniendo que habitar en una u otra construcción de acuerdo con sus circunstancias.
Conscientes de que para conservar nuestro bienestar mental podemos llegar a considerar hogar algo muy alejado de una obra de arte, todos merecemos que se edifique lo mejor y lo más bonito que nos sea posible. De ello dependerá una porción de salud y alegría en los habitantes de las ciudades.

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