Los dos trabajan en su pequeño estudio y cuando solo él recibió el Premio Pritzker, Wang Shu no lo encontraba justo e insistió en compartirlo, pero ella no aceptó explicando: "Quiero una vida y prefiero pasarla con mi hijo. En China pierdes la vida si te haces famoso".
La arquitectura que hacen es la de él. Lu Wenyu no es una arquitecta profesional, quería ser bióloga, aunque sí convencida de su tarea. Ha participado en la totalidad de los proyectos de autoria del estudio compartido y además enseña en la escuela de arquitectura que la pareja fundó en su ciudad.
"Con un edificio puedes hacer poco. Dar clases era la única manera de multiplicar el impacto de lo que nos parece fundamental: no destrozar China. La globalización debería ser suma y no destrucción y en mi país las antiguas aldeas son destrozadas. Abogamos por ello a construir a partir de esa destrucción"
"Con un edificio puedes hacer poco. Dar clases era la única manera de multiplicar el impacto de lo que nos parece fundamental: no destrozar China. La globalización debería ser suma y no destrucción y en mi país las antiguas aldeas son destrozadas. Abogamos por ello a construir a partir de esa destrucción"
Un tiempo mas tarde acepto otro premio, también compartido con su marido, porque: "Sabia que no cambiaría mi vida. Soy feliz de poder hacer la arquitectura que creo que ayuda a que nuestros pueblos y ciudades sean mejores. Estoy convencida de que hablar de ello despierta el interés de otras personas, pero no quiero ser famosa. Y si estoy equivocada se que el error es el efecto secundario de tomar decisiones".
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