domingo, 22 de abril de 2012

El Pedregal 16

23. LA PLAYA. EXTERIOR. DIA.

ADRIANA y ANGEL continúan su paseo, ahora entre las piedras de la playa desierta.

ADRIANA : ¿Y si yo exijo que se respeten mis condiciones? Tengo un hijo y una familia, no quiero separarme de ellos. Y tampoco quiero alejarme de esta casa ( por un instante hay pánico en sus ojos).
ANGEL : Pues te diría, porque no quiero engañarte, que hablamos de cosas incompatibles. Tendrás que elegir Adriana.
ADRIANA : (Con lágrimas en los ojos y gesto acongojado). Y caería allí donde no.... (Guarda silencio para evitar un sollozo). Elija lo que elija tendré que renunciar a  la mitad de mi vida.
ANGEL : No se qué decirte... ¿Que lo siento?
ADRIANA : ¿Por qué has de sentirlo tú?
ANGEL : Porque me creí portador de buenas noticias cuando solo traía desilusión y tristeza.
ADRIANA : ¡Eh, eh! ¡Que con un disgusto es suficiente! Había supuesto que estabas bien curtido para desempeñar tu trabajo.
ANGEL : Y lo estoy. No te imaginas hasta qué punto. Por cierto, imagino que tu tía y representante estará al corriente de tus indecisiones (con frialdad).

Instantes de silencio en los que ADRIANA deja la mirada vacía perdida en el mar y ANGEL se pasa la mano por la frente arrepentido de su arrebato de mal humor.

ADRIANA : No puedo seguirte. No entiendo.
ANGEL : Olvídalo, no importa gran cosa ya. Quiero pedirte algo, Adriana.
ADRIANA : Cuenta con ello si está en mi mano, ¿qué es?
ANGEL : Antes de que me marche me gustaría escucharte cantar, Esa voz tan diferente a todas, surgiendo de ti, en pie junto al piano, se ha convertido en la imagen de mis sueños.
ADRIANA : (Satisfecha y coqueta se ruboriza profundamente y sonríe en silencio. No responde).


24.  LA CASA, EN EL PASILLO DEL PISO SUPERIOR. INTERIOR. DIA.

IRENE sube los últimos peldaños de la escalera con aspecto fatigado. Se detiene. Piensa con intensidad y se le nota en la expresión, incluso en el gesto de sujetarse la frente con la mano izquierda mientras que con la derecha aún permanece agarrada al pasamano. Por fin parece haber tomado una decisión y con paso enérgico avanza por el pasillo pero vuelve a detenerse, de nuevo dudosa, durante un momento más. Camina con paso firme y ligero hasta una puerta, alarga la mano y golpea dos veces llamando.

BASILIA : ¿Quien es?
IRENE : Necesito hablar contigo.
BASILIA : ¿De qué?
IRENE : ¿Puedo entrar?
BASILIA : Por ahora prefiero que no.
IRENE : ¿Tendremos entonces que hablar a través de la puerta?
BASILIA : Sí, mejor. O no hablar.
IRENE : Basilia, tengo mucho que hacer y ya he agotado mi paciencia, tienes diez segundos para recoger lo que no quieres que vez y entraré. Uno, dos, tres, cuatro...
BASILIA : ¡Pasa! Pasa, anda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario