viernes, 28 de enero de 2011

Aquellos sastres fueron nueve 11:

En el BajoD está Inés, pobrecita, la que más sufre de todos los míos. El marido se mató en un accidente laboral dejándola muy jovencita con ocho hijos a su cargo y lo que ha tenido que trabajar y padecer hasta verlos a todos adultos no es para contar, siempre con la fantasía de que mañana todo iría mejor para no desfallecer.
Ahora es mañana, por fín ha llegado. ¿Y qué? Pues lo que todos nos imaginamos: soledad y no tanto de compañía, que con eso ya contaba ella y además ha sido un descanso liberador de trabajo, de tantas planchas, lavadoras y guisos, también de corazón, que añora y mucho a los ingratos que parecen haberse olvidado de que aún tienen una madre que les quiere y que, a pesar de los pesares, se sentiría feliz si aún pudiera cuidar de ellos como cuando eran pequeños y estaban tan unidos, arropándose los unos a los otros.
Llora cada día aunque esconde sus lágrimas y cada minuto de la noche es un lamento por los tan amados ingratos. A mí me tiene muy preocupada porque veo que como siga así acabará entrando en depresión, si es que no lo ha hecho ya.

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