Ahora pocos viven aquí. La mayoría de los pisos de alquiler permanecen cerrados y vacíos entre los inquilinos que van y vienen y los fijos porque son propietarios hacen la vida en su casas encerrados y silenciosos. El bullicio infantil escasea.
Pero a lo que íbamos. Cuando se hicieron las reformas aquellas, todo lo que hasta entonces se alquilaba fue vendido. Algunos de los vecinos, pocos, compraron y de ésos la mayoría lo pusieron a su vez en alquiler y no se les ha vuelto a ver el pelo. Solo me queda un par de aquellos, a quienes vi nacer. ¿Necesito mencionar que son mis favoritos, los más queridos por entrañables? No, claro que no. Además, y me siento muy afortunada por ello, tengo cariños nuevos que lo son ya desde hace unos años y otros que sin duda lo serán porque han entrado en mi territorio con muy buen pie.
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