sábado, 2 de abril de 2011

Las Mascotas 5:

Por las noches en su cama, durante los ejercicios de autocontrol que ella misma se había impuesto, pensaba que los dos elementos extraños a cuyo alrededor giraba ahora la vida doméstica eran sus sobrinos, los hijos de su hermana. Eran de la familia y debía quererlos mucho, muchísimo. Pero luego recordaba las miradas de su hermana cuando ella, Anita, se acercaba a los niños para hacerles una caricia y sentía cómo la rabia iba enrojeciendo sus mejillas... Odiaba a su hermana por aquel temor desconfiado que veía en sus ojos y odiaba a los mocosos que lo provocaban. Bueno, tal vez al más pequeño que la miraba y sonreía en silencio no, pero el otro, que respingaba con su contacto y huía de su cercanía, podía quedarse con su mami y con su yayita porque ella ya era una mujer que no necesitaba nada de nadie, o muy poco, casi nada.

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