martes, 5 de abril de 2011

Las Mascotas 6:

La vida doméstica, permanentemente tensa, resultaba incómoda. Anita veía a su madre siempre alerta, observando, dispuesta a suavizar el menor roce antes incluso de que se produjera, bromeando sobre gestos y palabras que podrían provocar quien sabe qué disgusto. Con su padre ni coincidía porque llegaba después de que ella se hubiese acostado y era mejor así porque su relación, que siempre había sido tirante, ahora era, según la percepción de Anita, repulsiva. Y su hermana, tan queridísima cuando eran pequeñas, procuraba encontrarse con ella lo menos posible, sobre todo si sus niños zumbaban por los alrededores como crías de abejorro. Pobrecitos... No tenían culpa de nada siendo tan pequeños e inocentes... También ella era inocente y tampoco tenía culpa. Ni siquiera era responsable de su nacimiento. Ojalá, pensaba, hubiera sido la más lista de la familia porque ella si se hubiera hecho cargo del dolor ajeno.

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