sábado, 9 de abril de 2011

Las Mascotas 7:

"Las cosas no van a cambiar pero pueden mejorar un poco si yo me esfuerzo, al fin y al cabo soy la causante del malestar". "Eso es -se decía- tú sabes cómo hacerlo, ponte a ello y déjate de reproches, que parece que tengas pelusa de las criaturas". "Pues sí, las odio y preferiría que no existieran". "¿Pero que clase de mujer eres tú entonces? Y luego vendrás dándotelas de inocente. Eres... Eres una loca". "!No, porque tengo control!". "!Claro! y por eso odias a los niños!". "Es un sentimiento y los sentimientos son incontrolables".
Los diálogos consigo misma podían durar minutos o días, dependiendo de su estado de ánimo y para estas ocasiones le habían prescrito un medicamento al que Anita renunciaba desde su voluntarioso afán de normalidad.
"Puedo hacerlo". "Puedo querer a esos niños y cuando lo demuestre todos se tranquilizarán y podremos vivir felices" -decidió una mañana.
Pasó los siguientes días encerrada en el desván abriendo baúles y maletas, desprecintando cajas y sobre todo haciendo muchísimo ruido. Solo bajaba a la hora de cenar y muy satisfecha, después de ducharse, se acostaba dejando a toda la familia con la curiosidad de lo que estaría haciendo pero sin atreverse a preguntar por miedo a uno de sus arrebatos de ira y mucho menos a sugerirle que hiciera su tarea, cualquiera que fuese, más silenciosa porque los niños vivían en un continuo sobresalto. Cuando cerró el trastero dando por terminado su trabajo allí arriba, siguió sin embargo con el mismo régimen de vida, solo que ahora aislada en su habitación y en un silencio tan preocupante o más para su familia como el alboroto de los días anteriores.

No hay comentarios:

Publicar un comentario