martes, 28 de junio de 2011

Doña Isabel 24:

ISABEL : Sobre todo la segunda, supongo. Si no hubiera sido por ella te habrías quedado jugando a las casitas y, mirando muy bien el céntimo, viviríais felices; así fue como lo hicieron tus envidiadas antecesoras. Pero no vayamos a engañarnos, Araceli, tu seguiste saliendo a trabajar porque te satisfacía tu tarea y el dinero que te permitía no tener que dar explicaciones a nadie. No pienses que quedándote en casa hubieras sido más feliz; si no lo hiciste fue porque en el fondo no lo deseabas lo suficiente. En cuanto a las mujeres de antes, por lo menos la mayoría de las que yo conozco, te aseguro que hubieran dado con gusto cinco años de sus vidas por habitar un mundo como el tuyo.
ARACELI : No estoy tan segura como tú.
ISABEL : Pues mira por los alrededores, sin ir más lejos. He conocido unas cuantas mujeres que harían que se te cayese la baba de envidia: lavan, cocinan, cosen, trabajan el huerto, compran de fiado e incluso alguna friega los suelos de rodillas. Si quieres puedo presentártelas.
ARACELI : Estoy hecha un lío, madre.
ISABEL : Sí, lo se.
ARACELI : Me tenía desesperada últimamente que estuviésemos todos juntos y, ahora que no volvéis con nosotros, ¿cómo podré vivir en esa casa?
ISABEL : Con alegría. Recuerda que nos quedamos voluntariamente y dispuestos a tener una vida feliz.
ARACELI : ¿Y si os pasa algo? ¿Y si os ponéis malos?
ISABEL : ¿Y si os pasa a vosotros? No seas agorera, hay médicos y hay vecinos.
ARACELI : ¡Está bien puesto que así lo queréis!
ISABEL : Así es. Una cosa más: ¿por qué trocaste mamá por madre?
ARACELI : Para fastidiarte.
ISABEL : Pues me gustó.
ARACELI : Mi intención fue delimitar territorios.
ISABEL : Entiendo. ¿Qué te impidió acercarte para tener una buena pelea seguida de una larga charla?
ARACELI : Era tu casa aunque estuviese a mi nombre y yo había dejado de pertenecer a ella cuando salí para casarme.
ISABEL : Ahora sí es tuya.
ARACELI : Sí. Y creo que cambiaré la decoración, ¿te molesta?
ISABEL : En absoluto. Deshazte de todo lo que te estorbe.
ARACELI : Algunas cosas me gustará conservarlas.
ISABEL : Tú eres el ama, tú decides en tu casa.

Telón.

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