jueves, 30 de junio de 2011

Doña Isabel 26:

ISABEL : ¿Te pasa algo?
AGUSTIN : No es nada. (Isabel lo mira fijamente). Al irse parece que lo dejan a uno vuelto del revés.
ISABEL : Sí, es verdad. ¿Qué te preocupa?
AGUSTIN : Nada concreto. Es solo que me parece que tengo miedo (mirada inquieta de Isabel). Ahora que nos hemos quedado solos es cuando de verdad nos enfrentamos a nuestra nueva vida y acaso...
ISABEL : Calla. No lo digas.
AGUSTIN : También estás asustada...
ISABEL : Asustada no, solo un poco triste. Los vamos a echar muchísimo de menos, ¿a que sí?
(Agustín afirma con la cabeza muy emocionado).
Se nos pasará la nostalgia, no lo dudes y permanecerá solo el cariño incontaminado.
AGUSTIN : ¡Me cagüen!.... Quería que se llevasen como recuerdo mi primera chapuza y, con el nerviosismo de la despedida, he olvidado dársela.
ISABEL : La talla del peregrino... Es muy bonita, les gustará. Puedes enviársela la semana que viene, la apreciarán más que hoy entre tanta agitación. (Un silencio prolongado). Agustín, ¿te arrepientes?
AGUSTIN : No, eso no, seguro. Es que me inquieta pensar si no seremos ya muy viejos.
ISABEL : Claro que somos muy mayores y sería contraproducente para nuestro proyecto y para nuestra propia salud mental que intentáramos engañarnos al respecto. Por supuesto que existen muchas cosas para las que ya estamos incapacitados, por ejemplo el atletismo, pero ¿qué sentido tiene añorar algo que no nos interesó cuando tuvimos las facultades a favor? Hay muchísimas otras cosas dentro de nuestras posibilidades de acción. Releguemos las limitaciones y pongamos en funcionamiento las capacidades que podamos utilizar para realizar lo que más nos satisfaga.
AGUSTIN : Si tienes toda la razón, traduces mi pensamiento; sin embargo tiendo a olvidar y necesito que me lo recuerdes para no perder la fe.
ISABEL : Lo conseguirás tu solo cuando hayas practicado un poco más; de todas formas aquí estoy. Aquí me tienes.
(Se agarran las manos y quedan en silencio).
ISABEL : ¿Pudiste conseguir los permisos?
AGUSTIN : ¡Sí, mujer! La semana próxima ya puedo instalarme en el mercadillo, así que el miércoles voy a necesitar que me eches una mano en el transporte.
ISABEL : Claro, cuenta con ello.
AGUSTIN : Solo para llevarlo, tempranito, a las ocho u ocho y media y luego, alrededor de las tres, para traerlo.
ISABEL : ¿No vas a querer que me quede contigo?
AGUSTIN : Prefiero que no. No te molesta, ¿verdad? Intento adquirir coraje porque voy a necesitar mucho valor para pasarme allí toda la mañana tratando de vender unas tallas que, por muy bonitas que a ti te parezcan, no dejarán de ser las de un principiante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario