miércoles, 6 de julio de 2011

Doña Isabel 29:

ISABEL : Una vecina. Luego te cuento acerca de ella. (Alzando la voz). ¡Pasa, Dolores, pasa!
AGUSTIN : Yo me voy a trabajar.
ISABEL : ¿No quieres conocerla?
AGUSTIN : Hoy no, el próximo día, te lo prometo.
ISABEL : Te advierto que es mágica.
AGUSTIN : Me lo imaginaba... Aún no estoy preparado, no es mi momento. Adiós.
ISABEL : Adiós. (A la vecina, en alto). ¡No te quedes ahí, Dolores, pasa!
DOLORES : No quisiera interrumpir... Puedo volver en otro momento.
ISABEL : No interrumpes nada. El tiene que terminar un trabajo y charlábamos para descansar un poquito.
DOLORES : ¿Cómo ha ido el verano, conforme a tus deseos?
ISABEL : Incluso mejor. Ha sido magnífico. ¿Sabes que nos hemos instalado aquí permanentemente?
DOLORES : Sí, ya me había enterado. Me alegra.
ISABEL : Dolores, ¿puedo preguntarte un par de cosas?
DOLORES : Adelante.
ISABEL : ¿Trabajas en algo?
DOLORES : No se puede llamar trabajo a lo que hago, como no sea por la circunstancia de que me proporciona lo necesario para vivir.
ISABEL : ¿Qué es lo que haces?
DOLORES : Ayudo a la gente.
ISABEL : ¿Qué significa? ¿Cómo lo haces?
DOLORES : Conozco las hierbas y algunos enfermos mejoran o se curan con ellas. También me busca la gente cuando quieren encontrar algo que han perdido, saber de su futuro, conocer las alternativas de un problema o que los consuele de un disgusto cuando se sienten solos; ya sabes, ese tipo de cosas. No tengo tarifas, ellos me dan lo que pueden, unas veces un poco de dinero y otras algo útil; es suficiente para mí.
ISABEL : ¿Tienes familia?
DOLORES : Vivo sola.
ISABEL : ¿La tuviste alguna vez?, me refiero a un marido y unos hijos.
DOLORES : Los tuve una vez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario