viernes, 3 de febrero de 2012

Aquellos sastres fueron nueve 52 :

El vecindario comenzó el día con disgusto general.
Se había recibido una carta administrativa certificada que resultó la señal que todos parecían haber estado esperando para ponerse en pie de guerra. En ella se informaba a la comunidad de que "habiendo encontrado lesiones irreversibles en el edificio y después de haber buscado sin éxito medidas alternativas, en base a los informes técnicos emitidos, se concluye que la estructura debe ser demolida; los vecinos propietarios serán compensados económicamente de acuerdo a condiciones pactadas y negociadas a la mayor brevedad".

-¡Que no, eMé! Juro por lo que haya que jurar que no hay ningún informe que lleve a esa conclusión. Tengo copia de todo y lo he revisado a fondo y con los cinco sentidos. ¡Nada! Algún pequeño desperfecto que reparar sin mayor dificultad es todo lo que tiene. Hazme caso, se trata de una maraña. Mira, el actual responsable de las obras, propietario de la empresa contratada a través de mil contactos públicos y privados, resulta ser hijo del anterior rehabilitador, que a su vez es nieto del constructor del edificio. ¿En serio crees que se trata de una casualidad? No eres tan ingenua. Oigo el maullido de gatos encerrados y no voy a parar hasta que los encuentre.
-¿Arriesgando tu trabajo?
-Mi trabajo no, éste puesto de trabajo. Pero habrá muchos otros.

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