sábado, 14 de abril de 2012

El Pedregal 12

ALONSO : (Con sobresalto de sorpresa que apenas consigue disimular) . Ella ahora está descansando pero tal vez yo pueda ayudarle, somos familia.
ANGEL : Agradecido, pero es asunto personal.
ALONSO : La llamaré entonces. Puede espera ahí.

Señalando los sillones de mimbre que hay en el porche, los dos caminan hacia ellos en silencio.


20.   LA CASA, EN EL PORCHE. EXTERIOR. DIA.

ALONSO, con un gesto de las manos, invita a ANGEL a sentarse.

ALONSO : ¿Le apetece tomar algo?.... ¿Un café o un refresco?
ANGEL : Agua será suficiente, muchas gracias.

Mientras ANGEL se acomoda, ALONSO entra en la casa y cuando sale de nuevo lleva en las manos una bandeja con una jarra y unos vasos que deposita en la mesa que hay delante del hombre.

ANGEL : Muy amable, gracias.
ALONSO : De nada. Ahora discúlpeme unos minutos.

ANGEL observa satisfecho lo que le rodea durante el tiempo de ausencia de ALONSO.

ALONSO, seguido de ADRIANA y BASILIA (algo más retrasada por la lentitud de sus andares, con pamela y siempre maquillada) salen de la casa y se aproximan al hombre.

ALONSO : (Hace las presentaciones). ¿Angel...?
ANGEL : Ambros.
ALONSO : Adriana.
ANGEL : Encantado de conocerla. (Estrecha su mano sonriendo con encanto y admiración).
ALONSO : Doña Basilia.
ANGEL : (Inclinándose con una reverencia ante la mujer). ¿Su madre?
BASILIA : Tía-abuela (extiende la mano ante ella).
ANGEL : (Besa la mano ofrecida con galantería respetuosa). Es un placer, señora.

Todos se acomodan en los sillones y se producen unos instantes de silencio que empiezan a resultar incómodos.

ADRIANA : Usted dirá, señor. (Con voz aflautada y con gesto a la defensiva que es a vez tímido y altivo).
ANGEL : Soy portador de buenas noticias para usted.
ADRIANA : Pues le escuchamos.
ANGEL : La agencia para la que trabajo está dispuesta a hacer famosa su música.

ADRIANA, rígida, se queda pálida para ruborizarse después y ALONSO no puede reprimir un gesto de sorpresa.

BASILIA : Eso es estupendo, pero habrá que hablar primero de las condiciones. ¡No me mire con esa cara de susto! Ella quiere que sea yo quien represente sus intereses. ¿Adriana?---
ADRIANA : (Mirándola pasmada de asombro). Sí, así es. Ella se ocupará de las gestiones. Tiene todos los poderes y si necesita más, más le otorgaré.
ANGEL : No hay inconveniente por mi parte, Adriana, si es su decisión.
BASILIA :  Lo es.
ADRIANA : Lo es.

Las dos mujeres se miran unos instantes con seriedad estableciendo alguna clase de pacto.

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