viernes, 4 de marzo de 2011

Aquellos sastres fueron nueve 19:

Ahora necesita hablar con él de su preocupación por las obras porque, al fin y al cabo son los vecinos más antiguos, los de mayor memoria histórica y quienes tienen más información general sobre el presente. Pero aún es temprano, ¡hay que fastidiarse con la gente y sus costumbres!
Se preparó el desayuno y con el libro que tenía entre manos sobre el atril, delante de la taza de café, esperó a que avanzara la mañana de la mejor manera que conocía para cualquier espera. Aunque en los últimos meses no se sentía cómoda casi en ningún momento.
Desde hacía una temporada, que empezaba a resultar excesiva, vivía con ansiedad. En la empresa había muchos rumores de expedientes de regularización y prejubilaciones que no acababan de consolidarse, pero que la animaban a soñar haciendo planes para su futuro. Le gustaba su profesión de delineante que eligió siendo jovencita y con las ideas muy claras, solo que nunca calculó que pasaría el resto de su vida laboral dibujando despieces de mecanismos para rodamientos exclusivamente. Podría haberse buscado otro trabajo pero se casó pronto, como era la costumbre entonces, enseguida tuvo a su hijos y colocó sus prioridades vitales en la familia y en la casa. Ahora que está sola y es dueña de sus días es demasiado tarde para las aventuras y no se le pasa por la mente correr riesgos y por lo mismo sueña con una jubilación anticipada que la libere de rutinas. Entonces se dedicará en cuerpo y alma, poniendo en ello todo el entusiasmo acumulado, a crear tebeos, cómics. Las posibilidades de los ordenadores le parecen un regalo de la vida que relucen como un faro en su futuro y mirando hacia él dibuja impaciente cada día sus absurdas piececillas.

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