jueves, 31 de marzo de 2011

Las Mascotas 3:

Despertó ya con un terrible dolor de cabeza que no cedía con ninguno de los medicamentos habituales y cuando con un gran esfuerzo consiguió sobreponerse para atender a las tortugas y encontró su casita vacía, un hilo se rompió. Mejor las burlas y bromas que nada. Esa niebla permanente y espantosa, un día y una noche, y otro, y otro, y otro más.
Y las tortugas que no aparecieron aunque revolvió la casa entera moviendo muebles, sacudiendo cortinas y levantando alfombras. Por lo visto también ellas la habían abandonado; con el tiempo habrían acabado enterándose de que su Anita... Le fue imposible soportar tanto dolor y tuvo que ser ingresada en un centro especial donde pasó recluída los meses suficientes para formar casi tres años y aprender a vivir con la locura sin asustar a nadie, ni siquiera a sí misma. Claro que no era eso lo que decían los médicos y mucho menos sus pacientes y caritativos padres, pero ella sabía. Siempre acababa sabiendo por más intentaran engañarla.

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