domingo, 20 de marzo de 2011

LAS MASCOTAS

Anita sabe odiar aunque su familia lo ignore, vaya que sí. Y aún mejor sabe disimular.
Quiere muchísimo a su familia, a sus padres y a sus cinco hermanos, a la vez que acumula rencor y más rencor hacia ellos por el sufrimiento que la provocan, puede ser que sin mala voluntad pero duele, duele mucho. No es idiota ni estúpida, porque bien que se entera de todo, es solo que el motor de su cabeza funciona con más lentitud que el de los demás y por eso cuando en las conversaciones todos se ríen, o se escandalizan, o se sorprenden, ella no reacciona hasta que alguien se lo explica, pero claro, como no van a estar pendientes en cada momento, pues no suele participar mas que con su presencia. Es desagradable, pero lo peor es cuando alguno de los hermanos está tan contento que regala bromas a los demás y todos acaban burlándose de ella. La madre dice que no debe molestarse, es algo divertido de todos para todos y que sus hermanos la adoran. Tal vez, piensa Anita dudando, pero su malicia deja su corazón como un acerico. Ella no ha estudiado tantos libros como ellos porque fue muy poco al colegio, los niños son crueles y sus padres no ganaban para disgustos, de manera que una profesora particular en casa la iba enseñando poco a poco, a su ritmo.

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