(En el porche de la casa gallega. Hay una mesa, bancos y butacas. Agustín e Isabel salen del interior y se sientan. Es de noche).
AGUSTIN : La casa está bastante mejor de lo que yo me había imaginado y a ti, ¿qué te parece?
ISABEL : Estupenda. Estoy contentísima. ¡Que suerte que hemos tenido!, ¿no crees?
AGUSTIN : ¿Oyes el mar?
ISABEL : Claro y lo huelo... Agustín, quiero que hablemos.
AGUSTIN : Lo sé, te esperaba desde que te empeñaste en hacer este viaje. Dime, la famosa promesa... no existe, ¿verdad?
ISABEL : Como juramento dado a alguien por algo, no. Lo que sí había era una firme voluntad de venir.
AGUSTIN : Comprendido. Tú dirás lo que te ronda por la cabeza.
ISABEL : No me es fácil empezar, ¿sabes?
AGUSTIN : De cualquier manera y por cualquier sitio, ¿acaso no somos amigos?
ISABEL : Amigos del alma, espero. Tú, mejor que nadie, sabes de mi interés por este viaje y seguro que te has preguntado el por qué.
AGUSTIN : Sí y tengo algunas teorías, no creas, pero me gustará oír lo que quieras decirme.
ISABEL : (Cohibida). Es algo que tiene que ver también contigo. Te lo explico y luego tú, si te parece, me das tu punto de vista, ¿si?
AGUSTIN : Vamos a ello.
ISABEL : Verás, llevamos muchísimos años juntos, viviendo familiarmente, nos estamos haciendo definitivamente viejos y yo... en fin, creo que no estoy preparada aún. Ya, ya se que estos últimos años podrían haberme servido de entrenamiento y así ha sido: me han hecho darme cuenta de que cierto tipo de vejez no me interesa. Aún tengo la lucidez suficiente para saber que quiero seguir estando viva y feliz. Pasé alguna que otra amargura cuando, alrededor de los cuarenta, me empezaron a salir arrugas y mi carne perdió firmeza, pero en este momento acepto la edad y no solo no me desagrada sino que incluso quiero disfrutar de ella, ¡disfrutar!, ¿comprendes?
AGUSTIN : Aún no estoy seguro.
ISABEL : Los modelos de ancianidad que veo a mi alrededor me desconsuelan. No los censuro, no voy a entrar en la vida de nadie. Sin embargo, no los quiero para nosotros, no los quiero para mí.
AGUSTIN : Continúa.
ISABEL : Quiero que seamos viejos, es decir, consecuentes con nuestra edad, viviendo, participando, siendo útiles, estando integrados...
AGUSTIN : (Con sorna). ¿Acaso no te satisfacen los pasatiempos que todo el mundo organiza con esmero para entretener a las personas de la tercera edad?
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