domingo, 29 de mayo de 2011

Doña Isabel 9:


ARACELI : Estoy hablando del viajecito compostelano, papá, no te hagas el ingenuo.
AGUSTIN : Por el amor de dios... Es que no comprendo, sinceramente, que te haya revuelto tanto. Te ha cogido de sorpresa, de acuerdo, no hay más. Ahora piénsalo y, si decides no ir, me lo avisas y en paz.
ARACELI : Y yo seré la rara y la despegada; como siempre aguando la fiesta de los demás.
AGUSTIN : No, no, que va... Mira, inicialmente, mamá y yo pensamos hacer el viaje solos, pero nos pareció mal no contar con vosotros; cabía la posibilidad de que os apeteciese, ¿que no?, tranquilidad, no pasa nada.
ARACELI : Ya. Eso es lo que tú dices, pero habrá que ver la cara de mamá de ahora en adelante... me la puedo imaginar.
AGUSTIN : ¿Un secreto a pachas?... Creo que ella prefiere que vayamos solos para no tener preocupaciones y obligaciones y dedicarse con tranquilidad a hacer turismo. (Gesto airado de Araceli). No me malinterpretes. Lo que intento decir es que si vamos todos hay determinadas cosas que haremos en común, es razonable; que si una comida en tal sitio, que si cenamos en casa hay que respetar un horario... Si vamos solos, ya conoces a tu madre: un bocadillo cuando sienta hambre y a seguir con lo suyo.
ARACELI : ¿Y nosotros le vamos a impedir hacerlo?
AGUSTIN : Tu también tienes una familia a tu cargo, ¿nunca te apetece tener un ratito privado para ti?, y ¿acaso significa eso que tus hijos te estorben? Mi opinión es que estás desquiciando un poco las cosas y el carrete se está quedando sin hilo. ¿Quieres venir?, estupendo, seguro que lo pasaremos bien, ¿no quieres venir?, estupendo igualmente, haremos lo posible para no estar tristes, no tienes que preocuparte.
ARACELI : No te enfades tú también conmigo, ya sería lo único que me faltaba.
AGUSTIN : No me he enfadado, aún. Solo creo que te debe de pasar algo, tú sabrás qué es, y lo estás pagando con lo que tienes más a mano: el viaje.
ARACELI : O sea...
AGUSTIN : O sea: una pataleta con doble fondo. Si en algún momento quieres que hablemos, ya sabes donde vivo; y ahora me voy a dormir.
ARACELI : ¿Estás cansado? ¿Tienes mucho sueño?
AGUSTIN : No, no mucho, los viejos... ya sabes.
ARACELI : ¿Te encuentras cómodo con la vida que hacemos, papá? Quiero decir que si no echas de menos tu vida de antes, cuando mamá y tu vivíais solos.
AGUSTIN : Antes era feliz, ya sabes, un estar más o menos bien en general y ahora soy feliz también. Siempre procuro adaptarme a las situaciones y sacar el mayor partido posible. La felicidad se la hace uno a medida.
ARACELI : Si lo permiten las circunstancias.
AGUSTIN : Y si no, también. Por adversas que puedan ser, es posible encontrar motivos para no estar desastradamente mal, aunque haya momentos duros en los que haga falta verdadero empeño.
ARACELI : Eso se llama conformismo.
AGUSTIN : ¿Y es malo? ¿Te parece que la alternativa de la rebeldía amargada e insatisfecha es mejor?
ARACELI : ¿Esa es mi postura?
AGUSTIN : No soy tu juez. Definetela tú misma.
ARACELI : Pensaré en ello, en serio, pero ahora dime: ¿te parezco amargada e insatisfecha?
AGUSTIN : Eres muchas cosas buenas y muchas otras malas, como todos, aunque de un tiempo a esta parte te veo más veces como bruja que como hada.
ARACELI : Y a mamá, ¿cómo la ves?
AGUSTIN : Estamos teniendo una conversación entre tú y yo sobre ti. Nadie más.
ARACELI : Pero a mí me interesa saber si la culpa de nuestras difíciles relaciones es suya o mía.
AGUSTIN : Brujita... me preocupas. ¿Me harás recordarte que cuando una relación no funciona no hay un único culpable? Es posible que las dos esteis cambiando de ciclo vital, aunque a ti te veo más encerrada en tu capullo que a ella. ¿De qué sirve angustiarse tanto? Volverás a ser una magnífica mariposa, aunque tengas que acostumbrarte a los nuevos colores de tus alas. ¿Qué es eso para un hada? Y ahora ya sí; buenas noches, hija. (Un beso).
ARACELI : Buenas noches, papá.
(Sale Agustín).
¡Papá! (Desde el quicio de la puerta). Cuenta con nosotros para las vacaciones.
AGUSTIN : (Voz interior invisible). De acuerdo.

Telón.

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