jueves, 2 de junio de 2011

Doña Isabel 11:

ISABEL : ¿Te das cuenta?, formas de matar el tiempo mientras los viejos esperan la llegada de la muerte. En el caso de personas solas y decrépitas podría entenderlo, pero ¡cuantisimos hay que están como almendros en abril! Es un disparate, el tiempo es único y sagrado. Se dice que les ha llegado la hora de descansar, ¿descansar de qué? ¿de vivir?
AGUSTIN : Vuelve a lo nuestro, por favor.
ISABEL : En definitiva, la cuestión es que se muy bien lo que no quiero, pero poco más. Por este motivo me he empeñado en venir aquí. Galicia es un lugar mágico, un centro de poder y este es un año muy especial.
AGUSTIN : ¿Especial? Todo lo extraordinario de este año está dictado por la Iglesia y patrocinado por los Gobiernos.
ISABEL : Lo se. No obstante, en esta ocasión estoy dispuesta a aceptar a la iglesia como intermediaria entre dios y los hombres: una especie de voto de confianza. Aunque como sabes, opino que la mayoría de sus ministros no son tan de ley como deberían. Reconozco que en determinado momento fueron ungidos y, ¿quien sabe? puede que a alguno de ellos, al pisar el suelo de esta tierra, se le despierte ese no se qué imprescindible para un maestro espiritual.
AGUSTIN : No contaba con esto... Me sorprende verte dispuesta a reconciliarte con los curas.
ISABEL : No es eso. No creo que en el fondo haya diferencias fundamentales entre los sacerdotes de cualquier religión, emisarios entre lo divino y lo humano, ya te lo he dicho.
AGUSTIN : Los sacerdotes que vas a encontrar aquí con católicos y no se distinguen precisamente por su espiritualidad.
ISABEL : Alguno habrá en alguna parte... Y si no es un cura será una monja, un espíritu o una meiga, o... tú mismo. Si aquí no encuentro a nadie, ¿para qué ir a la India?
AGUSTIN : ¿Qué buscas exactamente? Estoy confundido...
ISABEL : No se qué estoy buscando, Agustín. Ni siquiera se si estoy buscando algo. Lo único que se, como te decía antes, es que quiero tener una vejez feliz en cuanto que vivida con plenitud. No quiero que la muerte, cuando venga a por mí, tenga que arrastrarme en medio de un sofocón, sino irme con ella mansamente, sin arrugas en la frente. En conjunto estoy satisfecha de mi vida, excepto de los últimos años y no me gusta el futuro que preveo.
AGUSTIN : ¿Y...?
ISABEL : ...Pues... Pues he querido venir aquí para poder ver con claridad qué es lo que busco y qué debo hacer para conseguirlo.
AGUSTIN : Puede que lo encuentres y, ¿entonces?....

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