viernes, 27 de mayo de 2011

Doña Isabel 8:

ARACELI: No. Lo mire por donde lo mire, las alternativas que se me ocurren me hacen sentir tan culpable que prefiero mantener las cosas como están, aunque acabe teniendo que pedir tranquilizantes al médico.
RAMON: Eso no nos sirve para nada. Tu madre, supongo que por distintos motivos, también lo estará pasando mal y no nos olvidemos del abuelo, que está el hombre entre dos espadas.
ARACELI: Pues como no seamos valientes... Desde luego, serlo es lo mejor y lo más honesto. Nos reunimos, les explicamos, hablamos y decidimos: o se van ellos al otro piso o volvemos nosotros.
RAMON: Seguramente es lo mejor... Aunque necesitamos un tiempo para reposarlo. El qué hacer está muy claro, tenemos que estudiar el cómo. Por cierto, si saliesen a colación las residencias...
ARACELI: No. En el peor de los casos nos iríamos nosotros.
RAMON: A lo mejor a ellos no les desagrada la alternativa; en cualquier caso es una opción más a tener en cuenta.
ARACELI: No digas bobadas. No veo yo a mis padres en una residencia, por buena que sea y ellos tampoco se ven, estoy más que segura. Y, sobre todo, ¿cómo podríamos consentirlo?
RAMON: Si fuese decisión suya, ¿tampoco se la respetarías?
ARACELI: En ese caso habría que vender un piso para ayudar a pagar una que sea digna porque con su pensión no les llega y el producto de la venta del otro no es suficiente; tendríamos que deshacernos de éste.
RAMON: Sí que te tiene preocupada este asunto.
ARACELI: Vamos a dejarlo por hoy, tengo la cabeza a punto de explotar.
RAMON: Dejémoslo, sí. Vamos a acostarnos, anda.
ARACELI: Ve tú. Yo tengo que buscar unos papeles que necesito llevar mañana al despacho.
RAMON: Es tarde... y la mañana llega pronto.
ARACELI: Sí, pero no tengo sueño. Últimamente voy necesitando menos almohada... (Sonrisa irónica de Ramón). No me lo digas, ya lo se: la vejez que acecha.
RAMON: Buenas noches.
ARACELI: Que descanses. Buenas noches.

(Sale Ramón y Araceli se sienta en su escritorio para buscar sus papeles).
(Entra Agustín en bata).

AGUSTIN: ¿Aún no te has acostado?
ARACELI: Busco unos documentos que necesito para mañana. Y tú, ¿por qué no duermes?, ¿te encuentras bien?
AGUSTIN: Perfectamente. Me quedé dormido escuchando la radio y cuando al pararse me he despertado, he visto reflejo de luz; como no he oído a nadie creí que os habíais olvidado de apagarla.

(Pausa incómoda).

ARACELI: ¿Tu también tienes alguna promesa que cumplir?
(Silencio incómodo).
¿Te apetece realmente ir a Galicia o te conformas?
AGUSTIN: Me apetece, Araceli, aún sin promesas por mi parte y no me importaría nada que me contases, aunque fuera someramente, por qué te ha molestado tanto la idea.
ARACELI: Es que no voy a consentir que los caprichos de mamá pongan a mi familia patas arriba.
AGUSTIN: ¿A que te refieres? ¿Es que habéis regañado por algo?

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