sábado, 4 de junio de 2011

Doña Isabel 12:

ISABEL : No entiendo...
AGUSTIN : Sí, mujer, recuerda aquello de que hay que tener cuidado con lo que se desea porque a lo mejor se consigue.
ISABEL : Comprendo que hay riesgos implícitos y quiero pensar que soy capaz de asumirlos, pero ¿y tú? Hace mucho tiempo que nos tenemos olvidados como seres independientes, relacionándonos, habitualmente, en función de los lazos que compartimos.
AGUSTIN : Tienes razón... es muy fácil dejar el control en manos de la inercia. Ella hace que todo funcione apaciblemente.
ISABEL : Eso mismo. Inercia significa ausencia de conflictos, y de ahí al vacío, a la nada, en un par de zarandeos que te de la vida.
AGUSTIN : Continúa hablándome de tu búsqueda, anda.
ISABEL : Te decía que mi única preocupación eres tú.
AGUSTIN : Sigue.
ISABEL : Estoy segura de que voy a encontrar, por lo menos, la fuerza necesaria para tomar algunas decisiones, aunque en este momento no sea capaz de concretar cuales y pudiera ser que, sin proponérmelo, te arrastre a ti y, sin querer, te perjudique.
AGUSTIN : ¿En qué sentido? Haz un esfuerzo de adivinación.
ISABEL : Pues... Imagina que decido no seguir viviendo con la familia, tendríamos que mudarnos al otro piso o venderlo y comprar otro que estuviera más céntrico, ¡en fin! eso significaría que tú tendrías que separarte de tu casa de toda la vida, integrarte en un sitio desconocido, alejarte de los nietos... Para mi algunas de esas cosas supondrían una liberación y otras un precio razonable a pagar, pero en tu caso...
AGUSTIN : Lo único que me importa saber ahora es si entre las alternativas previsibles estás teniendo en cuenta una separación entre tú y yo. Contéstame con el corazón.
ISABEL : No lo se, Agustín. Lo he pensado, no creas, pero no tengo una respuesta.
AGUSTIN : Comprendo.
ISABEL : Yo... Yo necesito pedirte algo.
AGUSTIN : Cuenta con ello si está en mi mano.
ISABEL : Quisiera que este mes, hasta que lleguen los demás, hiciésemos vidas independientes. Viviremos los dos en esta casa, claro, aunque cada uno tendrá su propio dormitorio y saldrá y entrará cuando quiera, sin obligaciones ni responsabilidades de ningún tipo.
AGUSTIN : ¿Y al final?
ISABEL : La última noche, antes de que llegue la familia, volvemos a hablar.
AGUSTIN : Tú me cuentas, yo te cuento, y...
ISABEL : Y ya está. Pase lo que pase, decidamos lo que decidamos, será por una buena causa: nuestra propia satisfacción por vivir.
AGUSTIN : Y dime, Isabel, ¿tu te sientes preparada para afrontar nuestra separación, si se diera el caso?
ISABEL : No estoy segura. Me resultaría muy difícil vivir y sobre todo pensar en singular. ¿Y tú?
AGUSTIN : Desde hace muchos años no había tenido en cuenta la posibilidad...
ISABEL : La sopesaste alguna vez.
AGUSTIN : Sí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario