jueves, 9 de junio de 2011

Doña Isabel 14:

ISABEL : ¿Serás presuntuoso?
AGUSTIN : Perdóname, quiero decir...
ISABEL : Se lo que quieres decir, no te preocupes; era solo una broma. Sí señor, he tenido todas las angustias y sufrimientos que tuviste tú y puede que más, porque a las mujeres, estéticamente, se nos exige mayor perfección que a vosotros desde niñas. Yo también cumplí los cuarenta y los cincuenta dándome cuenta de que no era la hija predilecta de la naturaleza. En cuanto a las aventuras amorosas, no las he tenido. Una vez pensé en ello, pero solo hubiera podido hacerlo con una separación previa; para mí no era sencillo elegir y él no quería comprometerse. Alguna que otra posibilidad más ha habido, pero me las tomé a broma y no entiendas esto como virtud porque no lo es; es más un fallo, una incapacidad para repartirme, tal vez para darme... ¡vamos, pura vagancia! Cuantos menos líos, más tranquilidad. No obstante, te diré que hubo una época en la que me aficioné a los deportes solo por el placer de observar los cuerpos jóvenes y atléticos de los chicos.
AGUSTIN : ¿Es todo?
ISABEL : Todo.
AGUSTIN : Me ha gustado hablar. Me siento muy bien.
ISABEL : ¿Seguro que no queda nada más?
AGUSTIN : Absolutamente nada. ¿Por tu parte?
ISABEL : Tampoco. Yo también me alegro de haber hablado. (Silencio). ¿Entonces aceptas mi plan en conjunto?
AGUSTIN : ¿Tengo alguna alternativa?
ISABEL : La verdad es que no.
AGUSTIN : Entonces de acuerdo. ¿Hasta la última noche?
ISABEL : Hasta la última noche.
AGUSTIN : (Muy serio). Buena suerte. Te deseo lo mejor.
ISABEL : También yo a ti. Buena suerte.
(Sale Agustín).

(Isabel continúa un rato en el porche).

DOLORES : (Tras unos arbustos al fondo del jardín). ¡Schiss...!¡Schiss...! (Isabel busca a su alrededor). ¡Aquí atrás! ¡Soy la vecina!
ISABEL : (Acercándose al arbusto). ¡Ah! No la veía. Buenas noches.
DOLORES : Buenas noches. Estaba dando un paseo y vi las luces encendidas. ¿Han alquilado ustedes la casa? He visto a su marido, supongo, entrar.
ISABEL : Sí. Para los próximos dos meses. El es mi marido, efectivamente. ¿Vive usted cerca?
DOLORES : Ahí detrás. Me llamo Dolores.
ISABEL : Yo Isabel. ¿Quiere usted pasar y sentarse un rato?
DOLORES : Encantada. Gracias. (Se sienta en el banco del porche).
ISABEL : ¿Es usted de aquí? ¿Es gallega?
DOLORES : Sí, en realidad sí. Ustedes no, ¿verdad?
ISABEL : No. Hemos venido para visitar Santiago de Compostela.
DOLORES : Aunque no han venido para hacer turismo... ¿Quien es el peregrino, él o usted?
ISABEL : (Secamente). Son unas vacaciones. Más adelante se reunirán con nosotros los hijos y los nietos.
DOLORES : Lo siento muchísimo, Isabel. Me he precipitado y he cometido una indiscreción. Perdóneme usted, por favor.

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