jueves, 23 de junio de 2011

Doña Isabel 21:

ARACELI : ¡Será posible!... (Se aleja un poco, llorando).
RAMON : Dejemos que se le pase, algunas veces se pone muy borde. Bueno, abuelo... ¡Agustín!, siga usted con lo que estaba.
AGUSTIN : Hemos comprado esta casa.
BLANCA : (A su abuelo). ¡Cómo te conozco!
RAMON : ¿Tan rápido?
AGUSTIN : Está todo apalabrado, pendiente solo de que tú me mandes la documentación que te he anotado aquí (le entrega un sobre que saca de su bolsillo). La misma agencia que nos vende esto se encarga también de la venta de vuestro antiguo piso, vamos, que lo aceptan como pago.
RAMON : Eso significa que ustedes pierden.
AGUSTIN : En dinero es posible; en calidad de vida sabes que no.
RAMON : (Asiente con la cabeza). El caso es que ustedes vivan a su gusto. Lo han pensado detenidamente, ¿verdad?,¿están bien seguros?
AGUSTIN : Segurísimos. Podéis quedaros tranquilos.
BLANCA : ¿Cómo vais a organizar vuestra vida aquí, solos? Mientras haga buen tiempo y los días sean largos, bueno, no va mal la cosa, pero ¿y cuando llegue el invierno?, lluvia, frío, oscuridad... ¿no os resultará muy triste?
AGUSTIN : De ninguna manera, ya lo verás. Os escribiremos a menudo y os iremos contando cosas acerca de los amigos, de las actividades que hacemos y veréis como, en unos meses, os habréis convencido.
ISABEL : Además, las puertas de esta casa estarán abiertas en todo momento para aquél que quiera venir a comprobarlo por sí mismo.
EDUARDO : ¿Dónde hay que solicitar la plaza de inspector?
ISABEL : No necesitas ningún permiso. Serás bien recibido siempre que te apetezca venir, aún cuando Blanca no te acompañe.
BLANCA : ¿Y las cosas que tenéis en Madrid?
ISABEL : Nos las mandáis cuando podáis. La primera remesa que sea de la ropa de invierno, por favor; lo demás no corre prisa, cuando sea, o cuando os venga bien.
RAMON : ¿Quieren algún recuerdo de la casa? Algún objeto que quieran conservar, algún mueble...
AGUSTIN : Aquí tenemos todo lo que necesitamos y los buenos recuerdos están guardados (se señala el corazón).
ISABEL : Ramón, durante estos años os hemos causado trastornos. Sabemos que, aunque involuntariamente, hemos sido origen de algún disgusto entre Araceli y tú.
RAMON : Abuela... ¡Isabel! No quiero que piense semejantes cosas, que no son así, con sinceridad. No les voy a negar que su hija y yo estamos peleones, es evidente para todos, pero de ninguna manera es por su culpa. Ella lleva una temporada enfadada con la vida y no estoy dándole la réplica adecuada porque, sencillamente, no se me ocurre cuál podría ser.
BLANCA : ¿Has probado de alguna manera?
RAMON : (Desconcertado). También tengo mis propios ciclos y el que atravieso reconozco que no es el óptimo para consolar rabietas ajenas.
BLANCA : Nosotros (a Gonzalo y Eduardo) vamos a terminar de recoger, andad. (A su padre) Cuidadito con las crisis de edad que, a la vuestra sobre todo, creo que son muy peligrosas.
(Van saliendo).
RAMON : No lo sabes tú muy bien, pero ya te llegará la hora, no sueñes con escaparte. Bueno, resumiendo, que no tienen que sentirse culpables de nada. Nosotros deberíamos disculparnos por no haberlos tratado, en ocasiones, todo lo bien que se merecen.

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