martes, 19 de julio de 2011

Aquellos sastres fueron nueve 29:

Después de cerrar la puerta permaneció observando por la rendija de los visillos como Lázaro caminaba hacia el hueco de la escalera y no se había retirado de la ventana mas que un par de pasos cuando sonó el timbre. Abrió sin comprobar quien era y antes casi de que pudiera reaccionar, Inés, balanceandose de un lado a otro para transportar su cuerpo grandísimo en todas las dimensiones, ya tomaba precauciones para sentarse en una silla con las manos apoyadas en el respaldo del sofá
-¡Qué fatigas! ¿Por qué no estará una flaca!
-¡Que tal vecina!... ¡¿Será porque los kilos la importan un pimiento?!
-No empecemos que tú bien sabes cuantas dietas he intentado.
-Eso. Dejemoslo porque también sabemos que los intentos no son nada. ¡¡Fin!! -bromea mientras hace aspavientos con los brazos como queriendo disipar cualquier pensamiento comestible.
-Vengo a que me informes.
-Lo supongo -la mira sonriendo.
-Desde que esta mañana oí a la chiquita del 1ºG llamar a tu puerta tan temprano estoy en ascuas. Mariola para arriba, Lázaro para abajo, los dos al territorio obrero y posterior encierro al otro lado de mi pared. ¿No es para morirse de curiosidad?
-¡Ya lo creo que si! -ríe unos instantes con picardía-. Ahora te cuento.
Sentada de lado en el sofá donde Inés aún apoyaba las manos, Mariola la puso al corriente de los acontecimientos de la mañana adornados con sus comentarios personales y con los añadidos de intuiciones, posibilidades y dudas que le habían ido surgiendo, porque las dos mujeres son amigas de muchos años.
-¡Jesús!... Solo me faltaba ahora que me dejaran sin casa. ¡Pero eso no puede ser! Es imposible... -iba cavilando en mil posibilidades y sus gestos lo reflejaban-. Aquí huele a chamusquina.
-Creo que sí.
-Hay que apretar las clavijas a ese chico, el aparejador.
-El no debe saber mucho más que nosotros, le darán instrucciones sin porqués y mucho menos le explicarán motivos auténticos que, de haberlos, solo conocerán una o dos personas con poder para manipular a otros.
-Pues tendremos que ponerle de nuestra parte y que empiece a husmear para desenterrar lo que esté escondido.

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