Se celebró la reunión de vecinos y todos quedaron informados de los pocos datos concretos con los que se contaba. Luego, como era previsible, imaginaron, cavilaron y elucubraron hasta casi el disparate y cuando se disolvió la asamblea con todos cansadísimos, los niveles de preocupación habían crecido de mala manera. ¡Ay el miedo!
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