martes, 2 de agosto de 2011

Casa de Gárgolas 5:

Unos días más tarde en la familiar reunión cocinera, mi padre nos contó cómo siguiendo el rumbo de mis ocurrencias, había tenido una iluminación que le llevó a una larga conversación con los forenses y de ahí, sacaron la hebra para ordenar la madeja.
Isabel estaba embarazada cuando murió, eso fue sencillo de averiguar. Más complicado resultó conseguir que Reyes admitiera su noviazgo. Después, vencida, explicó la historia completa.

Mi versión infantil acabó aquí: Reyes había matado a Isabel a causa del bebé. No se me dieron más detalles y como tampoco se habló de celos ni de ningún novio-padre, entendí que era por mi edad, demasiado pequeña para saber cosas que aún ignoradas me asustaban y no quise ni preguntar porque ya entonces supuse que el conocimiento llegaría cuando el valor lo permitiera.

Jamás olvidé y a medida que pasaba el tiempo, como no podía ser de otra manera, supe lo que era el hermafroditismo, leí acerca de ello, repasé los antiguos informes que mi padre conservaba en su archivo y comprendí abrumada.

Cuanto dolor y sufrimiento inocente... ¡Inocente, sí! Porque solo con unos cuantos años más en los calendarios, su gran tragedia hubiera tenido la importancia de un mal cólico.

Al hacerme adulta y detective el primer mueble de mi despacho fue un precioso buró de persiana antíguo al que he puesto una placa grabada con la descripción de su contenido: "Agravios Comparativos Generacionales".

FIN.

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