viernes, 19 de agosto de 2011

Aquellos sastres fueron nueve 41:

En la corrala había varios apartamentos vacíos y concretamente en el bajo dos; nuevos, bien distribuidos, cómodos y con acceso desde el mismísimo patio de manera que tanto la puerta como las ventanas estaban situadas en el mejor de los enclaves posibles: con vistas a la fuente, los árboles y las flores.
Sin duda Bruno está cada día más enamorado de aquel edificio y en secreto sueña con la posibilidad de residir también en él, pero no lleva mucho tiempo trabajando y económicamente aún no se lo puede permitir.
Preguntó en primer lugar a Mariola por ser la vecina más conocida y la más accesible ya que también vive en el bajo y ella le dijo que tendría que dirigirse a Lázaro quien, además de ser el presidente de la comunidad, representa a los propietarios de la mayoría de los pisos vacíos. Así lo hizo y el hombre fue quien negoció con los dueños del Bajo G.
Conversaciones van y vienen, un par de visitas de la interesada para decidirse y otra más para que lo vieran el hijo y la nuera y pudieran opinar. Como el piso que dejaba casi se lo quitaron de las manos por céntrico en cuanto lo puso a la venta, un par de semanas escasas más tarde se firmaron las escrituras ante notario .
La mañana siguiente un pequeño camión de mudanzas trasladó todas las cosas de eMé bajo las miradas de invisibles vecinos.

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