lunes, 1 de agosto de 2011

Casa de Gárgolas 4:


-¿Qué hay, socia?
-¿Isabel y Reyes no podrían ser novias, o novios, o como se diga?
-¿Por qué lo dices?
-Pues es que... Verás, cuando estuve ojeando aquella casa, mientras tú hablabas con la gente, vi en el dormitorio de Reyes, en el cajón de la mesilla, una foto de dos de las gárgolas de la fachada...
-Sí. Está vista y registrada.
-... y tenía sus nombres debajo de cada cara, como si fuesen ellas.
-Se ha considerado como una broma simpática compartida entre amigas.
-¡Ah! Entonces nada.
-Ha estado muy bien. Gracias, colega.

Y transcurría aún otro rato de duración indeterminada.

-Oye, papá.
-¡Cuéntame!
-No te cuento, te pregunto.
-¡Pregúntame!
-¿Estás bien seguro de que Isabel y Reyes no eran novias?
-Seguro, lo que se dice seguro... Pues no. Habla sin miedo y di lo que se te pase por la cabeza, ¡que vamos a por ello!
-Es por esa foto de las dos gárgolas. ¿Visteis la que había en la habitación de Isabel?
-¿No de Reyes?
-No. Otra.
-¿En serio?
-Sí.
-Estás segura, ¿verdad?
-Sí. Pero esta no tenía marco y estaba como tachada con muchos rayajos de lápiz de tinta rechupeteado, ¿sabes cómo te digo?
-Sí, lo estoy imaginando. ¿Dónde la viste?
-En su cuarto de baño, debajo de los rulos del pelo.
-¡Eres la mejor! ¡Te mereces una condecoración!

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