jueves, 15 de septiembre de 2011

Aquellos sastres fueron nueve 44 :

Y ahora, dicho esto que no podía dejar de mencionar por ser tan gran novedad en el vecindario, regresaremos a los problemas que tanto nos preocupaban y aún nos siguen preocupando a todos.
Los responsables de la obra no habían respondido aún a la petición informativa de la comunidad y como los días pasaban y los trabajos seguían, la gente empezaba a ponerse nerviosa, algunos incluso muy nerviosos. Y no se si tal vez como consecuencia de sus estados de ánimo, o no... quizá sean solo aprensiones mías...
¿Por qué divago tanto? ¿Qué es lo que me pasa? ¿Será verdad que estoy enferma aunque todavía no me haya enterado y me esté afectando? Reconozco que soy... bastante mayor.
¡Basta de tonterías! Estas obras nos están trastornando demasiado a todos y a lo mejor habría que ir pensando en hacer algo. Sí. Y pronto, antes de ningún límite.
¡Schsss!... Atención. ¿Quién está bajando? La cuadrilla de la constructora terminó su jornada hace rato y juraría que no quedó nadie por aquí.
¡Ese chico! ¿Ha vuelto o es que no ha llegado a marcharse?
¿Qué es lo que está haciendo?
¡No! ¡Ni hablar! ¡No se te ocurra acercarte por ahí!

-¡Pero Bruno, ¿qué haces por aquí a estas horas?! Pasa, anda.
-¡eMé, no te lo vas a creer!
-¿El qué? Respira un poco y cuéntame. ¿Quieres tomar algo caliente o frio?
-Frío por favor. Zumo, agua o refresco, lo que sea.

Mientras contestaba a su abuela se sentaba en un sillón con las piernas y los brazos extendidos, apoyando después la cabeza en el respaldo y cerrando los ojos.

-Aquí tienes. ¿Es que te encuentras mal?
-No, no te preocupes. Estoy bien.
-Descansa un ratito mientras termino de recoger la cocina, que he estado haciendo pasta para croquetas -le mira con picardía-...
-¡Ole!
-... y se pone todo perdido. Luego me cuentas.
-Venga, de acuerdo.

El ratito duró más de lo previsto y cuando por fín despertó el chico, eMé hacía ganchillo frente al televisor encendido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario