Balnearios y Termas
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miércoles, 11 de abril de 2018
domingo, 2 de octubre de 2011
Aquellos sastres fueron nueve 51 :
La niña Mariola nació aquí.
También un poco antes la niña Inés.
...
Pero esto es una gran pérdida de tiempo. Han sido tantas las personas que recordar a todos excede mi capacidad memorística, o mejor dicho mi paciencia, o mi interés.
Además, el tipo de herramientas encontradas y en semejante lugar, no sugieren aventurillas infantiles y tampoco, qué caramba, los objetos del cesto.
...
Lázaro me llegó de jovencito.
El pobrecín mío, siempre tan estudioso; horas y horas cada día con sus lecciones del conservatorio y después más horas con su trabajo.
Siempre tan formal y tan responsable.
...
Benjamín y Crispín eran adolescentes cuando vinieron, pero eran del barrio porque la vaquería de su familia estaba en mi misma manzana solo que en la calle de mi fachada trasera, después del patio del tinte.
...
Pero sí, estas elucubraciones tienen sentido en contra de lo que parezca porque supongo que ellos, con bastantes menos recuerdos almacenados que yo, pueden tener memoria de alguien, o de algún detalle que case con esas cosas del sótano.
...
Presumiendo de recuerdos y mira por dónde.
Cuanta vergüenza la mía si pudiera tenerla.
miércoles, 28 de septiembre de 2011
Aquellos sastres fueron nueve 50 :
-Parece que está todo visto, ¿nos vamos marchando -pregunta Bruno a las mujeres.
-Como queráis -responde eMé la primera regresando junto a ellos.
-Vámonos, sí. Os invito a un café en mi casa y os explico lo del patio. Si os apetece, claro está.
Como era previsible sus compañeros aceptaron gustosos. Metidos en harina, cuanto más mejor y aunque ya debía ser muy tarde estaban tan intrigados que lo último que hubieran querido era irse a descansar.
Salieron del sótano y del cuarto de contadores procurando dejar todo exactamente igual que lo habían encontrado y se encaminaron a la vivienda de Mariola.
Ahí dejé a los tres a las tantas de la madrugada, en su tertulia informativa, para que Mariola les explicara que unos cuarenta años atrás, cuando ella era niña, sus padres vivían allí, en la misma casa que ella lo hacía ahora y se ganaban la vida con una tintorería que tenían en un gran patio alquilado perteneciente a la finca. Después, a sus diez u once años, este patio se vendió y en su solar levantaron otro edificio de viviendas, dejando solo entremedias un minúsculo patio de luces.
Y mientras yo haciéndome cruces.
¿Cómo podía ser que en el sótano estuvieran todas esas cosas sin que yo me hubiera enterado? ¿Desde cuando llevaban ahí? ¿Quién las había dejado? ¿Qué significado tenían?
Las madejas de telas de araña hablan de muchos años transcurridos y es sabido que la juventud tiene sus propios intereses... Siendo verdad mis menos años, ¿cuántos menos?... ¡Bah! No hay perdón para semejante descuido. Yo los conozco a todos, a los de ahora, a los de antes, a los que les precedieron y a los anteriores. Supe siempre de sus asuntos públicos, de los privados, incluso de los particulares y de los íntimos y aún reconociendo que mi destreza con las habilidades, digamos maternales, disminuye a medida que mi recuerdo retrocede en el tiempo, no tengo excusa.
¿Acaso supe pero pareciéndome por importante lo arrinconé junto con tantísimos otros recuerdos y lo he olvidado?
¿Juego de niños?
Debo reflexionar y mirando hacia atrás buscar.
Tengo que tener algo por alguna parte.
viernes, 23 de septiembre de 2011
Aquellos sastres fueron nueve 49 :
Habían llegado al final del sótano. A continuación se iniciarían otros edificios y delante solo un muro de piedras y ladrillos unidos con algún tipo de mortero que continuaba por la izquierda.
En el rincón que formaba el ángulo de las dos paredes había cosas, objetos desperdigados. ¿Qué eran y qué sugerían?
Apoyadas en la pared y bien alineadas, con orden meticuloso, una serie de herramientas: pala, azada, pico, paleta de albañil, además de un capazo de goma lleno de juguetes medio cubiertos por una sucia tela de colores que en su día debieron ser alegres y vivos y sobre ella un chupete, un sonajero y un muñeco blandito de esos que llaman "mordedores".
Con unos metros de separación por medio una banqueta de madera y a su lado un cesto de mimbre que contenía una pequeñísima almohada, una toquilla de lana que Mariola levantó con dos dedos para observar de cerca y una gamuza amarilla de las de limpiar muy grande.
Todo ello estaba sucio por el paso del tiempo, cubierto de polvo y sujeto por grandísimas telas de araña.
La arena del suelo se había allanado a mano, podían apreciarse esos surcos ondulantes característicos que dejan los dedos al rozarla con suavidad.
Allí estuvieron los tres un buen rato, mirando todo asombrados.
eMé fué la única que no tocó nada en absoluto, limitándose a observar no solo aquel lugar concreto sino examinando minuciosamente los alrededores que iluminaba con su linterna.
jueves, 22 de septiembre de 2011
Aquellos sastres fueron nueve 48 :
Bruno se detuvo alumbrando algo con su linterna.
-¿Ves a lo que me refiero? ¿Qué es ésto y qué hace aquí? Es por completo ajeno a las obras que se han quedado bien atrás.
Delante de ellos había algo semejante a una pequeña entrada abierta en un muro de piedras y cerrada por tableros de madera medio podridos.
-¿Debajo de qué zona estamos?
-No he contrastado aún los planos pero juraría que fuera de nuestro edificio.
-¿Y aún así crees que aquí está el origen provocador de las obras y sus secuelas?
-Sí y por eso vamos a entrar.
-Bueno, pues vamos. Salgamos de dudas.
-¡Esperadme! Por favor.... -miró con decisión tanto a Bruno como a eMé que se habían girado sobresaltados-. Iré con vosotros.
-¿Mariola? -preguntó Bruno levantando su linterna para poder ver bien a la recién llegada.
-Sí. Pido disculpas por el susto.
-eMé, esta es la vecina que se puso en contacto conmigo cuando empezó el jaleo.
-Hola Mariola
-Encantada, ¿eMé?
-Sí, eMé.
Mariola asintió con un gesto de cabeza y una sonrisa. Mirando a los dos alternativamente volvió a disculparse explicando que les había visto cruzar el patio y entrar en el cuarto de contadores y tal como estaban las cosas había decidido unirse a ellos porque mejor seis ojos y seis manos que cuatro.
Tanto Bruno como eMé estuvieron de acuerdo en aceptar su compañía y aunque tampoco habrían podido negarse lo hicieron con agrado; era bueno sentirse acompañados y la recién llagada, como vecina antigua, podía tener conocimientos de utilidad.
-Mariola, ¿sabes en qué zona del edificio estamos? ¿Debajo de qué?
-Juraría que... bajo el patio del tinte.
-¿El patio de que tinte? -preguntó Bruno sorprendido volviéndose hacia ella con la linterna en alto iluminando las caras.
-Luego os lo explico. Ahora calculad que, más o menos, estamos bajo mi casa.
-¡Eh! Acercaos y mirad aquí -les llamó eMé mientras alumbraba el suelo a su alrededor.
martes, 20 de septiembre de 2011
Aquellos sastres fueron nueve 47 :
No necesitaron ningún otro preparativo. Lo mismo el nieto que la abuela solían vestir y calzar de tal forma que en todo momento estaban listos para caminar en cualquier dirección y emprender cada tarea que saliera a su paso: pantalones holgados, camisetas amplias y zapatos flexibles. Era lo habitual en ellos.
Se había hecho tarde y los vecinos estarían acostándose o ya dormidos.
El patio estaba silencioso y alumbrado solo por un par de farolas que se quedaban encendidas por la noche.
Bruno y eMé cruzaron camino de la caseta de los empleados de la constructora en donde él, a oscuras, ayudado solo por el resplandor que llegaba desde el patio, recogió tres grandes y potentes linternas, un par de baterías de repuesto que guardó en los bolsillos del pantalón y un manojo de llaves.
Entraron en el cuarto de contadores cerrando la puerta tras ellos con llave y después de retirar las protecciones que los operarios habían dispuesto en el acceso al foso de la construcción descendieron con precaución pero a buen ritmo por la escalera de mano.
Lo que se denominaba sótano en realidad no era tal dada su escasa altura, sino más bien una cámara de aire por donde Bruno tenía que caminar encorvado y eMé, más bajita, podía hacerlo aunque sin erguirse por precaución.
El suelo que pisaban eran de arena, impregnada de mil olores añejos que sin embargo no resultaban desagradables.
Cada uno con un foco de luz en la mano, el chico caminaba delante y la mujer le seguía desorientada, incapaz de saber bajo qué parte del edificio se encontraban.
lunes, 19 de septiembre de 2011
Aquellos sastres fueron nueve 46 :
-Herramientas y señales de movimiento como si estuvieran, o hubieran estado, trabajando en una zona que no nos corresponde.
-¿Porque no pertenece al sótano de este edificio?
-Eso es. El terreno que parece removido está más allá de lo nuestro.
-Puede que estén también con obras en el edificio contiguo.
-Ya he confirmado que no.
-Y sus rastro son recientes sin posibilidad de error, ¿verdad?
-Mmm. Mmm. -Bruno limitó su respuesta a un par de onomatopeyas que acompañó con un gesto de afirmación tan expresivo de cabeza y manos que no dejaba lugar para dudas.
-Y entiendo que no tiene nada que ver con tu empresa.
-No en lo que está escrito desde la legalidad. Soy el aparejador y tengo acceso a toda la documentación.
-¿Que explicación puede haber? ¿Tienes alguna idea?
-He sopesado alguna que otra hipótesis que adjudicar a mi empresa o a alguno de los jefes pero no encajan bien las cosas, los engranajes no ensamblan. No digo que no haya algún chanchullo por ahí, pero casi te puedo asegurar que no en el edificio. Parece que exagero y que estoy montando una fantasía pero me gustaría que pudieras ver la zona de excavaciones.
-Pues vayamos a visitarla entonces.
-¡Abuela!... ¡eMé, mujer!
-¡Bruno!
-Dime.
-No seas ridículo.
Bruno y eMé se miraron y se entendieron.
-Vamos allá.
-¿Algo que deberíamos llevar?
-Solo las linternas que hay en la oficina.
sábado, 17 de septiembre de 2011
Aquellos sastres fueron nueve 45 :
-¡Hola! ¡Ya he vuelto!
-¡Bienvenido! -riendo los dos-.
-¡Que bien me ha sentado el sueñecejo! ¿Han empezado ya las noticias?
-Terminaron hace un buen rato. Son casi las once.
-¡¿En serio?! ¡¿Tanto he dormido?!
-Lo necesario, ¿no? En tu casa ya están avisados de que te quedas, así que ponte cómodo y empieza a contar.
-Sí. Por cierto, gracias por avisar a los padres.
eMé le responde con un silencioso gesto de cabeza para no perder más tiempo. Está impaciente por saber.
-Sabes que estas obras me están trayendo de cabeza y para remate hoy he oído la palabra expropiación que me ha quitado las dudas sobre la fantasía de la vecina que las escuchó. Algunas cosas me chocan tanto que la curiosidad me ha podido y esta tarde cuando los compañeros se han marchado yo me he quedado para poder curiosear a gusto. ¿Y sabes que he encontrado?
-¿El que?
jueves, 15 de septiembre de 2011
Aquellos sastres fueron nueve 44 :
Y ahora, dicho esto que no podía dejar de mencionar por ser tan gran novedad en el vecindario, regresaremos a los problemas que tanto nos preocupaban y aún nos siguen preocupando a todos.
Los responsables de la obra no habían respondido aún a la petición informativa de la comunidad y como los días pasaban y los trabajos seguían, la gente empezaba a ponerse nerviosa, algunos incluso muy nerviosos. Y no se si tal vez como consecuencia de sus estados de ánimo, o no... quizá sean solo aprensiones mías...
¿Por qué divago tanto? ¿Qué es lo que me pasa? ¿Será verdad que estoy enferma aunque todavía no me haya enterado y me esté afectando? Reconozco que soy... bastante mayor.
¡Basta de tonterías! Estas obras nos están trastornando demasiado a todos y a lo mejor habría que ir pensando en hacer algo. Sí. Y pronto, antes de ningún límite.
¡Schsss!... Atención. ¿Quién está bajando? La cuadrilla de la constructora terminó su jornada hace rato y juraría que no quedó nadie por aquí.
¡Ese chico! ¿Ha vuelto o es que no ha llegado a marcharse?
¿Qué es lo que está haciendo?
¡No! ¡Ni hablar! ¡No se te ocurra acercarte por ahí!
-¡Pero Bruno, ¿qué haces por aquí a estas horas?! Pasa, anda.
-¡eMé, no te lo vas a creer!
-¿El qué? Respira un poco y cuéntame. ¿Quieres tomar algo caliente o frio?
-Frío por favor. Zumo, agua o refresco, lo que sea.
Mientras contestaba a su abuela se sentaba en un sillón con las piernas y los brazos extendidos, apoyando después la cabeza en el respaldo y cerrando los ojos.
-Aquí tienes. ¿Es que te encuentras mal?
-No, no te preocupes. Estoy bien.
-Descansa un ratito mientras termino de recoger la cocina, que he estado haciendo pasta para croquetas -le mira con picardía-...
-¡Ole!
-... y se pone todo perdido. Luego me cuentas.
-Venga, de acuerdo.
El ratito duró más de lo previsto y cuando por fín despertó el chico, eMé hacía ganchillo frente al televisor encendido.
jueves, 1 de septiembre de 2011
Aquellos sastres fueron nueve 43:
A mi edad y con todo lo vivido puede parecer una ridiculez que me emocionara con la presentación de mi vecina nueva pero así fue.
Solo era una más de tantísimas a lo largo de los años y ninguna otra cosa. Para colmo tenía un nombre bobo, eMé, que nada significaba y una edad más que setentona aunque reconozco que sin mi experiencia y por su aspecto costaba trabajo calculársela; claro que las cosas nunca paran de cambiar y los que hace unos años eran ancianos achacosos con un pie en la sepultura ahora, a la misma edad, son gente de buen ver y no digamos ya si se hacen retoques de cirugía. Pero no era este el caso de eMé porque ella no solo ejercía de mayor sino que... ¡parecía orgullosa de serlo!
Sea como fuere, se me presentó, ¡sí!, ¡a mí! Y durante un momento me sentí atendida, valorada y aceptada de una manera que no había conocido hasta entonces, por eso que nadie se extrañe de que esta mujer desconocida me gustara enseguida y no solo eso, sino que con el paso de los días, a medida que nos íbamos conociendo, acabase por acogerla entre mis predilectos.
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