jueves, 15 de diciembre de 2011

Una Absurda Superstición 30 :

-¿Y qué hacía usted entonces allí, en un sitio tan apartado y solitario? ¿Se perdió tal vez?
-Sí, me parece que sí... Eso fue, que me extravié. Ahora me siento muy cansada, ¿podría dormir un poco?
-Faltaría más, descanse todo lo que quiera.


-¡Señor!... ¿Donde habré venido a parar que hasta las moscas me llaman abuela y me interrogan como si hubiera cometido un delito?
-No me negará usted que irse a pasar unos días a cuerpo gentil en mitad del campo en pleno invierno es, cuando menos, chocante.
-¿Y tú quien eres y por qué te metes en mis cosas?
-Como compartimos habitación y puesto que usted habla en voz alta, he creído que tenia derecho a inmiscuirme un poquitín en su vida.
-Pues te has equivocado. ¿Cómo te llamas, cuantos años tienes y por qué estás aquí?
-Me llamo Chica, tengo diecinueve años y estoy aquí porque esto es un hospital y yo estoy enferma. ¿Cómo se llama usted?
-Abuela. Ahora me llaman abuela.
-Es verdad que mi nombre es Chica. Siempre me ha llamado así todo el mundo y a mi me gusta, pero a usted lo de abuela le molesta.
-Te equivocas otra vez. He perdido la memoria y desde ahora mi nombre es Abuela.
-Vamos, que la abuela desmemoriada no quiere hablar.
-Eso mismo.
-Está bien.

-....

-Chica, ¿quieres hablar?
-Sí. Yo sí.
-¿Qué es lo que tienes? ¿Cual es tu enfermedad?
-Asunto de trasplantes. El corazón.
-¿Y estás tan mal como para no poder vivir en tu casa?
-Estoy mal, desde luego. Casa no tengo y familia como si dijéramos tampoco. Me permiten estar aquí para alimentarme bien mientras llega un donante. Eso es lo que me dicen pero yo no soy tonta y se lo que pasa, que todas las donaciones van a parar a hospitales de marca para gentes con familias que luchan y velan por ellos. Este es un hospital de beneficencia para indigentes, sé muy bien que aquí no llegará ningún recambio.
-Oye Chica, no te entristezcas. ¿Por qué no extravías la memoria como he hecho yo? Te olvidas del pasado y viviendo en el presente haces proyectos para mañana. Seguro que algo bueno se nos va a ocurrir a las dos si pensamos juntas. Óyeme... Entonces... ¿Dices que este es un hospital para mendigos?
-Si. Un honor, ¿no le parece?
-Para mí sí. Acumulando experiencias se aprende.

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