Tenía mucha tarea por delante y sobre todo debía prepararme para asumir la responsabilidad más importante de toda mi existencia.
Me encaminé a una iglesia porque deseaba un ratito de reflexión en un lugar sagrado pero la cuarta que encontré también estaba cerrada; parece ser que ahora hay que pedir cita previa para visitar a los santos y desistí.
Me senté en uno de los bancos de un parque y, a falta de otro interlocutor, ofrecí mis saludos al sol que llegaba y le pedí consejo.
Sí. Definitiva y rotundamente hay que hacer lo debido.
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