lunes, 2 de enero de 2012

Una Absurda Superstición 38 :

-¿Necesita encontrar a alguien?
-¿A ti que te importa? ¿Quién eres tú?
-Me hospedo en aquella habitación hasta que mi pierna se ponga bien y desde el día que ingresé para ser operado me he estado fijando en usted por la atención con la que observa a todo el mundo.
-Te equivocas. No a todo el mundo porque muchos no me interesan. Y, por favor, déjame sola que estoy ocupada.
-¿No me estará buscando a mí?
-Tus facultades físicas no son mucho mejores que las mías. Los dos dejamos bastante que desear.
-Pero yo soy joven y voy a recuperarme.
-Eres un descarado. Lárgate, ¿quieres?
-Usted me cae muy bien y por eso me he acercado. No pretendo ser irrespetuoso, es solo que hablo con claridad para que después no haya malos entendidos. En serio que no pretendía ofenderla. Perdóneme.
-Está bien, ahora vete.
-No antes de que me haya escuchado un ratito. Después sí, me voy y no vuelvo a molestarla nunca más. Hágame ese favor, ¿qué le suponen diez minutos?
-Vamos, adelante. Te escucho.
-Tengo la impresión de que usted busca a alguien con algún fin. Mi alma es aventurera y de momento me conformo con trabajar como mensajero, precisamente una caída de la moto me despachurró la pierna, pero quedará bien. Estoy solo, mis padres viven lejos y no tengo cargas familiares. No se cuales son sus propósitos, pero a lo mejor su persona podría ser yo, piénselo. Estoy dispuesto a casi todo y apostaría a que mis casis tampoco entran en sus proyectos por lo que siempre estaríamos de acuerdo y por el momento tampoco tengo grandes necesidades económicas, de manera que debería meditarlo.
-¿Por qué un joven como tú querría trabajar para una vieja inválida?
-Me gusta mucho la vida y siento una gran curiosidad por conocer las maldades que guarda una anciana en su cabeza.
-Eres perverso.
-Sí.
-¿Por qué supones que puedes llegar a conocer mis maldades como tu dices?
-Me he fijado cuando viene su familia a visitarla. Todos ellos gente bien, adinerada, ¿a que sí? Creo que las relaciones entre ustedes no son buenas y por comentarios perdidos en el pasillo y en la sala de espera deduzco más bien que están en pie de guerra y que usted ahora, a causa de su enfermedad, necesita un paladín.
-Astuto, también.
-Sí.
-Buenas cualidades. ¿Y los defectos?
-Aún soy aprendiz inexperto. Piense en ello, en serio. No volveré a molestarla pero si me necesita ya sabe donde está mi habitación.
-Espera, no te vayas todavía. Negociemos. ¿Cuales son tus condiciones?
-No tengo. ¿Y las suyas?

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