28. LA CASA. EN LA BIBLIOTECA. INTERIOR. DIA.
TIMOTEO y MATEO dan clase en una mesa grande tapizada de libros, cuadernos y hojas desordenadas.
Las paredes de la habitación están cubiertas de estanterías repletas de libros y revistas ordenadas con descuido. Hay varias escaleras de mano, que no de biblioteca, en diferentes zonas.
MATEO : Abuelo tengo una duda ¿te la digo?
TIMOTEO : Adelante con ella. Escucharé lo que quieras decirme antes de opinar.
MATEO : Pero no es de los deberes...
TIMOTEO : Si es una duda, habla.
MATEO : Verás, es que no soy capaz de decidir yo solo, me parece que aún no he aprendido bien.
TIMOTEO : ¿Has consultado con las piedras?
MATEO : Sí, pero no me han contestado.
TIMOTEO : Muy raro, ¿formulaste la pregunta como es debido?
MATEO : Me esmeré, pero era difícil y puede que me liase.
TIMOTEO : Practicaremos más, pero por ahora explícame a mi lo que te tiene indeciso.
MATEO : Es que se algo y me he enterado por casualidad ¿eh?, que debería decir pero si lo hago delataría a alguien y no quiero hacerlo. He procurado no pensar en ello a ver si se me olvidaba pero es imposible porque se me pone delante sin querer y no me lo puedo quitar de encima ni siquiera cuando me acuesto. Ya me está dando hasta dolor de cabeza (se la frota con las dos manos). ¿Tu que harías?
TIMOTEO : Depende de la importancia del asunto de que se trate. ¿No hay nadie a quien se lo puedas contar sin consecuencias?
MATEO : Me parece que no. ¡O puede que si!.... Se me está ocurriendo ahora (su cara se relaja llena de alegría esperanzada). ¿Hemos terminado del todo la clase abuelo?
TIMOTEO : Si, anda, ya puedes marcharte.
MATEO : (Recula para retirar la silla y ponerse en pie). Oye abuelo....
TIMOTEO : ¿Qué más hay?
MATEO : Me has ayudado mucho, gracias.
TIMOTEO : Me encontrarás siempre que me necesites.
29. LA CASA. EN LA ESCALERA. INTERIOR. DIA.
MATEO sube los peldaños corriendo, algún tramo saltándolos de dos en dos.
30. LA CASA. EN LA COCINA. INTERIOR. DIA.
IRENE recoge los restos de los desayunos cuando aparece ADRIANA que mira a su alrededor para comprobar que no hay nadie más. Se ha esmerado eligiendo la ropa que lleva puesta, también se ha maquillado e incluso peinado un poco, ella que siempre va desgreñada.
IRENE : ¡Adriana, pero que guapísima estás!
ADRIANA : ¿De verdad? ¿Parezco otra?
IRENE : (La agarra por los hombros y la mira fijamente mientras habla). No necesitas parecer otra. Tu, Adriana, eres fantástica. ¿Es que acaso no te has mirado bien en el espejo?
ADRIANA ríe contenta alrededor de IRENE que la abraza con una gran intensidad cariñosa mientras se observa que en su mirada la alegría es sustituida por inquietud y preocupación. Con un esfuerzo de ánimo regresa a la sonrisa.
ADRIANA : Claro que me he mirado y requetemirado, pero como tengo esas cosas, ya sabes...
IRENE : Todos tenemos cosas.
ADRIANA : Ya, pero vosotros sabéis cuando rectificar y yo no.
IRENE : Anda, deja esos asuntos de lado y dime por qué te has puesto de tiros largos. ¿Es que vas a ir a algún sitio?
ADRIANA : Pues claro, es lo que vengo a decirte. Angel me ha invitado a dar un paseo hasta la playa, bueno, en realidad él quería que fuésemos al pueblo a tomar un refresco, pero le he dicho que de ninguna manera iba a alejarme tanto porque nos llevaría mucho tiempo y yo tengo que estar cerca y localizable en todo momento, ¿está bien?
IRENE : Muy bien, Adriana. ¿Te gusta ese hombre?
ADRIANA : Un poco. (Nota la mirada preocupada de IRENE y se apresura añadiendo). Pero no te preocupes porque no pienso casarme con el, ¡pues no vive lejos ni nada! (con un aire que de puro infantil resulta incomprensible) y no voy a separarme nunca de vosotros ni voy a dejar esta casa por nada del mundo. (Echa los brazos al cuello de IRENE lo mismo que haría una niña de sis años y la mujer la recibe con los suyos abiertos y llenos de ternura).
Aún están abrazadas cuando tras los cristales de la ventana se ve a ANGEL, con las manos en los bolsillos del pantalón, ir y venir por el jardín.
IRENE Mira, ahí está ya esperándote.
ADRIANA : Pues me voy. (Se para frente a IRENE y muy seria vuelve a preguntar) ¿En serio estoy bien?
IRENE : Sabes que no soy amiga de bromas y mucho menos de mentiras ni mentirijillas ni siquiera de compromiso.
ADRIANA : Sí que lo se.
IRENE : Y te digo que estás guapísima.
ADRIANA : Entonces me voy ya. (Se gira para salir).
IRENE : ¡Adriana!.... (Hay preocupación en su voz).
ADRIANA : (Retrocede hacia ella inmediatamente) ¡Qué! ¿Qué pasa? (otra vez con solicitud infantil).
IRENE : (Se controla y recupera la sonrisa). Pásalo bien.
ADRIANA : Sí. Gracias.
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