39. LA CASA. EN LA GALERIA ACRISTALADA. INTERIOR. DIA.
BASILIA duerme en una hamaca con una de sus pamelas sobre la cara para proteger los ojos de la claridad que inunda la galería a pesar de que las persianas están bajadas.
En el otro extremo de la estancia, sentado en una mecedora, TIMOTEO lee un libro.
IRENE, con cuidado de no hacer ruido para no despertar a BASILIA, se acerca a TIMOTEO y le susurra algo al oído. El la escucha atento, la mira con preocupación, se pone en pie y caminando los dos de puntillas salen del cuarto.
40. LA CASA. EN LA COCINA. INTERIOR. DIA.
ALONSO coloca dos tazas, un vaso y el azucarero en la mesa.
Cuando TIMOTEO e IRENE ya están sentados sirve el café en las tazas y el vaso, que es para Timoteo, lo llena de leche sola caliente que coge de un cazo que está en el fuego.
TIMOTEO añade a la leche unas cinco cucharaditas de azúcar.
ALONSO : ¿Hace falta contarte algo?
TIMOTEO : Irene me ha puesto al corriente con un par de detalles que me faltaban.
ALONSO : ¿Y que se nos ocurre?
TIMOTEO : Primero deberíamos esperar a que se levante de la siesta porque a lo mejor todo se queda en una falsa alarma.
IRENE : Ojalá, pero me temo que no nos vamos a librar.
TIMOTEO : Por si acaso y de todas maneras para dejar que la serenidad retorne, tendríamos que despedir a ese hombre, Angel.
ALONSO : No seamos groseros. Tiene previsto marcharse el fin de semana y lo mismo nos da esperar un par de días.
TIMOTEO : No, no nos da lo mismo (con un tono exaltado que en él resulta chocante). Bueno, es mi opinión (rectifica ya controlado).
IRENE : Yo estoy de acuerdo. Podríamos utilizar una mentirijilla social.
ALONSO : ¿Como cual?
IRENE : Pues que nos ha surgido un hospedaje inmediato, mañana, pasado, cuando decidamos que es mejor, y que tenemos que preparar habitaciones para varias personas y que... ¡enfín! Que como sabemos que le agrada estar aquí le invitamos para más adelante y dios dirá...
TIMOTEO : No es mala idea. ¿Que te parece a ti Alonso?
ALONSO : Que puede servir y que buena será de cualquier manera si es tan necesario que se vaya.
TIMOTEO : Sí. Es lo mejor..
IRENE : Sí. Sin duda, aunque estemos exagerando. ¿Te encargarás tú de despedirle, Timoteo?
TIMOTEO : En cuanto terminemos el café. Y sin preocupaciones, que ya sabéis que estas cosas de la diplomacia a mi se me dan de maravilla.
ALONSO : Lo sabemos Timoteo.
IRENE : ¿Por que crees que contamos siempre contigo cuando se nos preparan los embrollos?
ALONSO : Y con lo de la música, ¿se da el asunto por zanjado o continuará?
IRENE : Tendremos que averiguar como se ha organizado para poderlo cerrar, no lo vamos a dejar coleando.
TIMOTEO : Por el bien de la niña sobre todo, porque hay que ver lo que la ha trastornado el asunto.
IRENE : A saber la que habrá preparado y cómo, porque en realidad seguimos en la inopia.
TIMOTEO : No nos volvamos locos, que es lo peor (con expresión muy preocupada). Yo hablo con ese hombre y me deshago de él; después, todos mas tranquilos, ya iremos viendo como se desarrollan los acontecimientos.
IRENE : Esta bien, Yo voy a subir entonces a vigilar a esa chica que me tiene muy preocupada. ¡Ah! Timoteo, cuando hables con Angel déjale muy claro que de despedidas nada, ¡eh!
TIMOTEO : Se da por supuesto.
ALONSO : Y si insiste, le insinúas que como va a volver pronto....
TIMOTEO : Me ofendes.
IRENE : (De camino hacia la puerta pone una mano amistosa en el hombro de Timoteo que sigue tomando la leche). Lo siento. Tienes razón. Nos permitimos darte consejos cuando tu eres el maestro en situaciones enrevesadas.
ALONSO : También yo, la preocupación me embota el sentido común. ¿Hacen unas manitas de cartas?
TIMOTEO : Ahora no. Quiero estar al tanto cuando el llegue para que no se me escabulla. Pero quedan pendientes.
ALONSO : De acuerdo. ¿Y una copita rápida?
TIMOTEO : Vamos con ella que hoy puede venirme al pelo.
La cámara se aleja dejando a ALONSO y TIMOTEO a punto de compartir un ratito agradable.
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