jueves, 22 de septiembre de 2011

Aquellos sastres fueron nueve 48 :

Bruno se detuvo alumbrando algo con su linterna.
-¿Ves a lo que me refiero? ¿Qué es ésto y qué hace aquí? Es por completo ajeno a las obras que se han quedado bien atrás.
Delante de ellos había algo semejante a una pequeña entrada abierta en un muro de piedras y cerrada por tableros de madera medio podridos.
-¿Debajo de qué zona estamos?
-No he contrastado aún los planos pero juraría que fuera de nuestro edificio.
-¿Y aún así crees que aquí está el origen provocador de las obras y sus secuelas?
-Sí y por eso vamos a entrar.
-Bueno, pues vamos. Salgamos de dudas.
-¡Esperadme! Por favor.... -miró con decisión tanto a Bruno como a eMé que se habían girado sobresaltados-. Iré con vosotros.
-¿Mariola? -preguntó Bruno levantando su linterna para poder ver bien a la recién llegada.
-Sí. Pido disculpas por el susto.
-eMé, esta es la vecina que se puso en contacto conmigo cuando empezó el jaleo.
-Hola Mariola
-Encantada, ¿eMé?
-Sí, eMé.
Mariola asintió con un gesto de cabeza y una sonrisa. Mirando a los dos alternativamente volvió a disculparse explicando que les había visto cruzar el patio y entrar en el cuarto de contadores y tal como estaban las cosas había decidido unirse a ellos porque mejor seis ojos y seis manos que cuatro.
Tanto Bruno como eMé estuvieron de acuerdo en aceptar su compañía y aunque tampoco habrían podido negarse lo hicieron con agrado; era bueno sentirse acompañados y la recién llagada, como vecina antigua, podía tener conocimientos de utilidad.
-Mariola, ¿sabes en qué zona del edificio estamos? ¿Debajo de qué?
-Juraría que... bajo el patio del tinte.
-¿El patio de que tinte? -preguntó Bruno sorprendido volviéndose hacia ella con la linterna en alto iluminando las caras.
-Luego os lo explico. Ahora calculad que, más o menos, estamos bajo mi casa.
-¡Eh! Acercaos y mirad aquí -les llamó eMé mientras alumbraba el suelo a su alrededor.

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